Sin inmigración, no tenemos futuro

Palencia

Buenos días, el viernes pasado hablamos en esta casa de un breve estudio sobre la evolución demográfica de la provincia que llevaba a una conclusión irrefutable: el presente y el futuro, poblacional y laboral de Palencia, depende de la inmigración exterior. Los comentarios en las redes, llenos de tópicos, de miedo y hasta de odio hacia los inmigrantes, con la esperada dosis de mentiras, bulos y demás que supuran algunas mentes cuando de inmigración se trata, han hecho que dedique el comentario al tema.

A las tres pes que están horadando nuestra convivencia (la postverdad, el populismo y la polarización) se ha unido otra, que intencionadamente alimentada, consigue que creemos nuestros propios hechos alternativos; me refiero a la p de percepción, casi siempre falsa.

Percibimos, nos hacen percibir, que la proporción de inmigrantes en España, es superior a la real, más del doble del número de inmigrantes que viven y trabajan con y para nosotros. Todos los estudios fijan esta percepción por encima del 30%, mientras el porcentaje de inmigrantes real está por debajo del 14%, la mitad aquí.

La población crece o disminuye según se comporten dos saldos; el vegetativo (tantos nacen, tantos mueren) y el migratorio (tantos se van, tantos vienen). Desde hace 37 años, en Palencia, mueren más de los que nacen. En lo que llevamos de siglo, 26.000 nacimientos por 50.000 defunciones. Esta sangría continua solo la ha taponado, en parte, los casi 10.000 extranjeros que han venido.

Con una media de más de 2.000 muertes anuales y menos del millar de nacimientos, a finales de la década de los 30, sin inmigrantes, según el INE, seríamos un erial demográfico de 125.000 habitantes. Eso sí, todos de pura raza judeocristianamusulmana conformada a lo largo de los siglos y

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sin que nadie nos robe el trabajo que habrá huido y asalte unos servicios públicos que serán insostenibles. Porque eso somos, el fruto de siglos de mestizaje. ¿O no?

¿Quién va a mantener nuestro sistema productivo? En diez años, por cada cien palentinos que superen los 65, apenas hay reemplazo para la mitad, a veinte años, por debajo de 40. Los inmigrantes son, en Palencia, más del 12% de los cotizantes a la Seguridad Social, en construcción, casi el 18% en el transporte, el 20% en la hostelería, el 31% en el empleo doméstico y más del 37% en el sector agrario. Eso sin contar el empleo irregular. Están evitando el colapso de nuestro mercado de trabajo, en algunos sectores próximo al pleno empleo, y, como dicen los empresarios, aunque solo sea por egoísmo, se necesitan más. La demagogia natalista no tiene recorrido en la sociedad actual, amén de no ser solución al problema presente de la falta de reemplazo laboral porque las empresas no pueden esperar veinte años a tener trabajadores.

¿Quién ha puesto los adoquines a la altura del Teatro Principal? ¿Quién nos sirve las cañas y la comanda? ¿De dónde son las “chicas del servicio” que limpian las casas de los pudientes? ¿Quién ordeña y limpia las moñigas en la Vega de Saldaña o la Ojeda? ¿Quién acompaña del bracete o empuja la silla de ruedas de nuestros mayores por la calle Mayor? ¿Quién atiende a nuestros mayores en las Residencias? ¿Quién va a cambiar los pañales a nuestros nietos o hijos? ¿Quién va a poner los bragapañales en esta envejecida provincia?

Respondan a estas preguntas desde los datos, no desde la percepción con anteojeras y pongámonos, todos, a trabajar por una sociedad intercultural. Si no es por lo que fuimos, por los que embarcaron a la Argentina, los que emigraron a Alemania, los que quizás tengan que emigrar, que sea por tener futuro como provincia.