Aranda de Duero

El partido no lo ganó Ademar. Lo rozó Aranda. Y son esas las derrotas más dolorosas, porque acaricias el objetivo de los puntos, y además con un gran equipo enfrente al que superas en muchas fases. Pero el Tubos Aranda no puntuó; se complicó. Supo dificultar a los leoneses en defensa, no ir a un partido de cruce de goles, pero erró en ataque en los momentos claves.

Gran comienzo

El encuentro comenzó siendo un choque de titanes. Aranda se puso a la altura de Ademar siendo capaz de remontar la victoria inicial visitante para, incluso con exclusiones de por medio, coger algo de aire (6-4). La defensa amarilla le dijo ‘no’ al cuadro visitante en retiradas oportunidades. Y pese a estar con uno menos en la pista, con la enésima exclusión (tardaron en llegar en el área rival), llegó a irse Aranda de tres (9-6) gracias a las manos, los pies (y lo que hiciera falta) de Pau Guitart.

La fiesta seguía en las gradas de un Santiago Manguán que vive y siente el balonmano, y más con un equipo entregado sobre la pista, que llegaba a irse incluso de cuatro (13-9) ante un Ademar nervioso, el ímpetu de la defensa amarilla y un Guitart que seguía a su rollo. Se llegaba al final del primer tiempo pero ahí Aranda comenzó a flojear. León tenía la oportunidad de meterse de lleno en partido pero Pau no les dejaba. Así, el choque se fue al descanso con un bajo marcador (13-11) y en el inicio de un mal momento en ataque para Aranda. Tocaba reiniciar la máquina.

Apagados

Pero la máquina no terminó de carburar. Y por mucho que Pau se puso de muro, Ademar se lo creyó jugando también a defender con un 5-1 muy efectivo. Aprovechó los fallos locales para empatar y darle la vuelta al marcador (16-17). Aranda se encontraba con el poste, y los visitantes remaban a favor. No había manera de romper un marcador que ya se veía favorable para los leoneses (19-22).

Reacción

Y cuando parecía que no había remedio, ahí volvió Aranda. Metió la quinta (23-24) buscando llevar el partido al último instante, tener la oportunidad de puntuar. Hubo bola para el empate, hasta en tres ocasiones (incluso a falta de unos segundos), pero se escapó la opción. No hubo forma ante un Ademar que hizo valer su superioridad, que vio muchas caras en la moneda, pero que también tuvo a favor las acciones ‘grises‘ a nivel arbitral que no dispuso Aranda.

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A pesar de la derrota (25-27), satisfacción por la garra local, por un equipo vaciado que incluso en los días aciagos roza la proeza. Quizá por eso duelan más estas derrotas. Porque están a punto de no serlo.