Sociedad

Las luminarias de San Bartolomé de Pinares vuelven a emocionar y dejan imágenes impactantes

Jinetes y caballos atraviesan una veintena de hogueras en esta fiesta ancestral

En la víspera de San Antón un centenar de jinetes atraviesan con sus caballos las hogueras que se encienden en las calles de San Bartolomé de Pinares, municipio de medio millar de habitantes que mantiene viva esta tradición ancestral vinculada a ritos de protección a los animales / RAÚL SANCHIDRIÁN

En la víspera de San Antón un centenar de jinetes atraviesan con sus caballos las hogueras que se encienden en las calles de San Bartolomé de Pinares, municipio de medio millar de habitantes que mantiene viva esta tradición ancestral vinculada a ritos de protección a los animales / RAÚL SANCHIDRIÁN

San Bartolomé de Pinares

La veintena de 'luminarias' distribuidas por las empinadas y adoquinadas cuestas de la localidad abulense de San Bartolomé de Pinares (501 habitantes), han sumergido a este pueblo bajo el humo purificador del centenar de equinos que han participado en una de las principales tradiciones que cada año tiene lugar en la provincia de Ávila.

Situada a unos 25 kilómetros al este de la capital abulense, este municipio ha vuelto a cumplir con una costumbre cuyo origen se desconoce de forma concreta, si bien los primeros registros apuntan al siglo XVIII como origen, con el objetivo de preservar a los animales de las epidemias que diezmaban las cabañas ganaderas.

Así, cada jornada previa a la festividad de San Antón, San Bartolomé de Pinares revive su noche más especial del año, con las calles con cientos de vecinos y visitantes que se agolpan en torno a las grandes 'luminarias' -hogueras-, avivadas con los piornos, escobas y retamas recogidas el fin de semana anterior por los 'bartolos'.

Por ello, el humo, y no tanto el fuego, ha sido uno de los principales protagonistas de esta tradición, junto a los equinos que, tras ser bendecidos por el párroco, han iniciado una especie de 'procesión' por el pueblo, pasando junto a las 'luminarias' o atravesándolas, en algunos casos.

De esta manera, han vuelto a cumplir con la costumbre de purificar a los animales montados por los jinetes, muchos de los cuales se han resguardado del humo con pañuelos y mascarillas, en una noche en la que el frío se ha visto amortiguado por el intenso calor procedente de las grandes hogueras.

La conjunción de animales, fuego y humo ha propiciado, como cada año, unas imágenes impactantes que han vuelto a atraer a profesionales de distintos puntos de España para reflejar con sus cámaras la plasticidad de una tradición que forma parte de la identidad de este pueblo abulense que aguarda cada año la llegada de este momento tan esperado.

Esta tradición con más de dos siglos de existencia, ha ido pasando de generación en generación, hasta hacer de esta celebración una de las más espectaculares, llamativas y arraigadas en la cultura popular abulense, que abre así el calendario de celebraciones populares cada año.

El frío no ha hecho que la afluencia de público se haya reducido demasiado respecto a otros años, si bien los asistentes han aprovechado para calentarse junto a las 'luminarias', situadas fundamentalmente en las calles Iglesia y La Virgen, que constituyen el centro neurálgico de una localidad cuyos vecinos apenas dormirán esta noche.

Y todo ello dentro de un ambiente festivo del que se han contagiado todos los asistentes que, junto a las pastas típicas de la zona, también han disfrutado, a morro, del vino de pitarra que se consume en esta comarca próxima a la Comunidad de Madrid.

Mientras los vecinos de San Bartolomé de Pinares han avivado las llamas arrojando los piornos y escobas amontonados, la extensa comitiva de caballos, yeguas y burros, han ido pasando por las 'luminarias', una vez iniciada la 'procesión' encabezada por el mayordomo y los dos jurados.

En esos momentos se han producido algunas de las mejores y más espectaculares instantáneas de la noche, confundiéndose los jinetes y caballos con el humo y el fuego del que surgían como si se tratara de espectros y sombras.

Para que el humo haya adquirido el protagonismo que debe y haya purificado a los animales, los "cuidadores" de las hogueras han arrojado algo de agua al fuego, con el objetivo de lograr esa atmósfera 'londinense'.

Una vez concluido el recorrido de los equinos por las llamas, la fiesta ha continuado a primera hora de la noche con la degustación de panceta, morcilla y chuletillas en plena calle, aprovechando los rescoldos que han dejado las 'luminarias'.

Y todo ello, con el objetivo de reponer fuerzas para una noche que se presenta larga, antes de celebrar este viernes la festividad de San Antón.

 
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