La Perla Negra, nuestra propia trama corrupta

Palencia

Podemos decir que, para no ser menos que nadie, en Castilla y León ya tenemos nuestra propia Gürtel llamada La Perla Negra. La Perla Negra es la primera que se juzga, luego vendrá la trama Eólica. Que no falte de nada. Es lo que tiene la permanencia de cuarenta años en el poder, como es el caso el PP en nuestra comunidad, que algunos gestores se acomodan y acaban confundiendo el cajón público con el suyo propio.

Ahora que estamos en plena campaña de declaración de la renta, y como ya vamos pareciendo contribuyentes responsables, lo que más se oye es: a mí no me importa pagar impuestos, lo que exijo es que se gaste bien y me revierta en prestaciones y servicios de calidad. Casualmente en este tiempo, y después de varios años de investigación policial y judicial, se está celebrando en Valladolid el juicio por la susodicha Perla Negra, ese edificio impresionante de lujo exorbitado que se ve desde la carretera de Valladolid a Madrid, en Arroyo de la Encomienda, y cuya construcción supuso, entre unos trasiegos y otros el escalofriante precio de 70 millones de euros para alojar la Consejería de Economía, esa a la que con dolor pagamos de nuestro dinerito por heredar, donar o comprarnos nuestro piso. Así como suena, 70 millones de euros cuya pista se pierde en un entramado urdido entre altos cargos, empresarios y empresas públicas. Tan solo por ella los arquitectos cobraron 4,4 millones, por cierto los mismos encargados de la reforma en la sede del PP en Génova, casualidades de la vida, dirán.

Por la gestión de esa valiosa perla hay 12 encausados para responder de cohecho, prevaricación, revelación de secretos, blanqueo de capitales y malversación de caudales públicos, entre otros. En fin una corrupción de manual por la que incluso ha sido llamado a declarar el anterior presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera. Las declaraciones se suceden, pero todos se hacen un “infanta” y nadie sabe nada, no me acuerdo fue hace mucho tiempo, a mí me lo dijeron, yo lo dije pero nadie me escuchó. En lo que sí están de acuerdo es que la culpa la tuvo el muerto, el entonces vicepresidente, Tomás Villanueva, oportunamente fallecido de forma repentina en 2017, al poco tiempo de que comenzaran las investigaciones. Continuará.