Nunca llueve...
La Firma de Elisa Docio
"Nunca llueve...", la Firma de Elisa Docio
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Palencia
Con lo contentos que estábamos los palentinos con el debut de nuestra Semana Santa en la televisión española y va y llueve, ya es mala pata. Que nos haga un frío que pela en esas fechas es una contrariedad habitual y aceptada, pero que llueva y zumben esos ventarrones de proporciones bíblicas ha sido demasiado, menos mal que los turistas ya estaban rellenando los hoteles.
Es difícil, se entiende, que después de estar todo el año cuidando las imágenes, las túnicas y demás atuendos con la ilusión de un niño, de los de antes esperando a los Reyes Magos, llegue la fecha señalada y ponga el mal tiempo su cagalita encima de la tarta. En escenas televisadas de alguna parte lloraban los cofrades a moco tendido, como si realmente se les hubiera muerto alguien de la familia. Y daba no sé qué, una sensación extraña, que no sé cómo definir, entre penosa e irreverente, ver por la tele esas imágenes fantasmagóricas porteadas por encapuchados, desfilando debajo de los plásticos al ritmo de los tambores y, a veces, del silencio roto por el sobrecogedor sonido de los tararús palentinos, tan inquietante. No es la primera vez que no se saca un paso a causa de la lluvia, la peor suerte de esta ocasión es que mediante un convenio con la RTVE el ayuntamiento había conseguido lanzar al escaparate nacional nuestra celebración declarada de Interés Turístico Internacional. Menos mal que en los actos de interior lucimos la Bella Desconocida. En cualquier caso, sabiendo que el tiempo es caprichoso, y volverá a ocurrir, podrían las cofradías proveerse de duplicados de las tallas en resina, ahora que con unas fotos y una impresora en 3D será pan comido.
También los hosteleros han llorado con sus terrazas vacías y la merma de la clientela. Y los turistas que han hecho más horas de hotel que las previstas, para esto me había quedado en mi casa viendo las pelis bíblicas de cada año.
Pero no a todos ha venido mal. Los agricultores que tanto nos han llorado ahora ríen, han visto que salvadas las cosechas se llenarán sus graneros y por, ende, su cuenta del banco; los pantanos se han cumplimentado, la tierra sedienta lo ha agradecido, los jardines, las nacientes yemas de los árboles que asomaban con timidez en dos días están esponjadas.
Ya lo dice el refrán, que no voy a repetir, que lo ponga cada cual.