Opinión

Tractores limpios

La Firma de Borja Barba

"Tractores limpios", la Firma de Borja Barba

"Tractores limpios", la Firma de Borja Barba

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Palencia

Hay un cierto temor a aceptar las opiniones vertidas, a veces en forma de desagradable vomitona, en las redes sociales. Por lo que sea, que me imagino que tiene que ver con el pánico a aceptar lo que en realidad somos, parece que una corriente de opinión difundida a través de una red social no es un termómetro válido para tomar la temperatura al sentir de la población. Esos foros virtuales en los que el anonimato y la ausencia de contacto físico invitan a la más salvaje impudicia actúan como un espejo que nos devuelve una imagen de nuestra sociedad que no queremos aceptar.

Con toda esta historia de las tractoradas y las protestas del sector agroganadero que están aderezando la actualidad de estos últimos días y que tan de cerca vivimos en nuestra provincia, uno siente la necesidad de pulsar el sentir colectivo a través de esas mismas redes sociales que los sesudos analistas de opinión se empeñan en despreciar y denostar. Y la conclusión no puede ser más decepcionante. También en esto existen dos Españas. Dos Españas que navegan a distinta velocidad. Una España urbana que se pregunta, como el Frente Popular de Judea en ‘La vida de Brian’, qué ha hecho la España rural por ella.

Hay quien aún pretende reducir la vida en los pueblos a aquella del señorito Iván y Paco y la Régula. Un mundo en el que unos mandan y otros se limitan a obedecer. Y lo hacen con absoluto desprecio a cualquier tipo de matiz. Ignorando que en un pueblo también hay comerciantes, abogados, transportistas, funcionarios o fisioterapeutas, como en cualquier ciudad. Gente, en definitiva, a la que le va bien y gente a la que le va peor. Y es una visión del mundo tan alejada de la realidad que hay quien incluso se sorprende de que los tractores lleguen a las protestas en perfecto estado de limpieza. Y de que de sus cabinas no se baje un paisano amedrentado y tembloroso luciendo el mejor de sus buzos, con Piensos Biona a la espalda y roña de hace un lustro.

Nuestro país, que no está ni mucho menos educado en el debate, se ha convertido en esa premonitoria advertencia que lanzaba Antonio Machado de “un trozo de tierra por el que cruza errante la sombra de Caín”. Una España de cartografía sectaria, centrada en servir a la bandería y no a la honestidad. Y esto, permítanme, no va de ideologías ni del color con el que cada uno pinte su discurso, por más que algunos se empeñen. Esto va de supervivencia. Va de la huida del abandono. Y va, como mi padre le recordaba a mi yo adolescente, de aprender a discutir y a llevar la contraria sin enfadarse y sin llorar.

 
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