¿Qué hacemos con tantos locales?

Palencia

Sé que es un tema muy recurrente y de difícil, por no decir imposible solución, pero es que este pasado domingo, cierre de navidades y con un poco de tiempo por fin, salí con mi mujer a pasear y tomar un vermú y me dio mucha pena ver una Calle Mayor tan desolada.

No eran las 2 del mediodía y en la Plaza Mayor no había nadie, ya sabemos que algunos colegas cierran por aquello de la conciliación familiar a la que todos tenemos derecho. Fui hacia el Alaska y también me lo encontré cerrado y desde este emblemático local al que no le autorizaron este año tener música en la calle el día de nochevieja, después de 10 años dando vida a esa zona, hasta Correos, el panorama de los locales comerciales cerrados incluyendo otros dos locales de hostelería que hace tiempo que lo hicieron, es patético.

Todo está en alquiler o venta. Si alguien quiere imaginarse una ciudad decadente, sin comercio y hostelería no tiene más que pasear por este tramo de la Calle Mayor y se dará cuenta de hacia dónde vamos irrevocablemente. No les estoy hablando de otras calles adyacentes y secundarias, no, les hablo de la principal arteria comercial de la ciudad. Me imagino a dos turistas paseando por ahí y como palentino francamente me da un poco de vergüenza.

En plena Calle Mayor el mítico Casero ha cerrado por jubilación y espera que un atrevido dé continuidad al negocio. Lo mismo ocurre con Pronovias en Becerro de Bengoa o con el local que dejó Luchértola, en el que he oído, irá una ortopedia, este tipo de negocios sí parecen tener salida en Palencia, inevitablemente envejecemos.

Hace años que las cosas funcionan de otra manera, es algo imparable. Cada uno tiene derecho a hacer sus compras cómo y dónde quiera y no hay más que ver las furgonetas de los transportistas o más explícito aún, los cartones de cajas y embalajes que estos últimos días aguardaban a ser recogidos en los contenedores para darse cuenta de lo que preferimos. Preferimos entrar en Aliexpress o en Amazon y picar en 5 o 6 cosas y resolver los regalos y otras necesidades que, aunque luego no resulten lo esperado, los precios y las opciones de devolución te permiten fallar sin que te cueste gran cosa. Y si no, nos vamos a Valladolid o Madrid a un gran centro comercial en donde encontramos de todo bajo techo y luego ya de paso comemos allí.

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Es lo que queremos, lo veo claro. El cliente es soberano y puede comprar donde quiera, pero luego no es lo más coherente quejarse.

Me surge otra reflexión. Los propietarios de todos esos locales, ¿qué van a hacer con ellos?, porque esto no es cuestión de esperar mejores tiempos. ¿Por qué en muchos casos prefieren tenerlos vacíos durante años a alquilárselos a mitad de precio a algún loco aventurero que tenga una idea? ¿En que acabarán todos estos espacios?, ¿tal vez pisos, cocheras, trasteros…? Porque otra salida no le veo.

Y otro asunto que no entiendo siendo de las pocas cosas que puede hacer el ayuntamiento en estos casos, es cómo se consiente que algunos de estos locales presenten condiciones indecentes de suciedad en sus puertas y fachadas que dañan la imagen de la ciudad. ¿No hay sanciones para estos propietarios? Fíjense en el local donde estaba Piales, que lleva sucio años.

Finalmente, el domingo entramos en la Mejillonera, otro local que anuncia su jubilación en 2024 y ahí si había bastantes clientes, también muchos empleados y sobre todos muchos mejillones. Que no falten ni clientes, ni empleados, ni mejillones.