Prado Marina: un lugar en Aranda de Duero para comer como en casa

Aranda de Duero

Basilio y Camelia -Basi y Cami para sus empleados y clientes más cercanos- podrían ser considerados unos emprendedores de pro. Porque cuando todo pintaba feo, en plena pandemia, decidieron hacer una oferta a la gerencia del Restaurante Prado Marina para hacerse con su gestión, haciéndose con él. "A los 15 días tuve que mandar a los trabajadores al ERTE", recuerda Camelia, que llegó hace más de una década a España, y que ya conocía demasiado bien el Prado Marina. Empezó como camarera, y ahora es la dueña junto a su marido. Quizá por eso se mueve como la seda por todas las dependencias, y sus trabajadores -12- se sienten tan a gusto allí.

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"Teníamos fe. Y había que hacerlo. Con la pandemia la empresa de mi marido no funcionaba del todo bien, y yo estaba aquí de camarera. Y decidimos dar el paso. Todo el mundo nos llamaba locos, era plena pandemia, pero aquí estamos", recuerda con orgullo Cami. "Decidimos tirarnos a la piscina, tomamos la decisión, y a la Camelia del pasado volvería a animarla a dar el paso", añade.

Porque a pesar de las dificultades, Prado Marina se levantó. Ubicado en un lugar icónico del Polígono Industrial Allendeduero, que transitan miles de personas cada día, la actividad es frenética desde las seis de la mañana con los desayunos. Después llegan los almuerzos. Y por último, superadas las 13 horas, las comidas. Aquí el rey es el menú del día, con cinco primeros y cinco segundos, que van variándose. "Yo creo que todo lo que ponemos es muy bueno. Usamos productos frescos. Y me gustaría que la gente viniera a probarlo, porque si algo no le gusta, estamos aquí para mejorar y cambiarlo", dice, muy orgullosa de sus cocineras -risueñas y alegres-, que preparan este miércoles con mimo cocido o callos, además de lechazo. Porque sí, también se da cordero los miércoles. Otros días hay chuletas. Y así, como para no sentirse en casa.

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Esa es precisamente una de las curiosidades de Prado Marina. Son muchos los trabajadores que por comodidad, tiempo, o incluso dinero, sacrifican comer en sus domicilios porque en cierto modo, ya comen en casa cuando van a este restaurante cada día. Siempre está la misma familia sirviendo, hay variedad en los platos, y sobre todo, un trato muy cercano que se agradece. "Hay muchos clientes a los que conozco desde el primer día. Salvo los que vienen de fuera, vienen muchos cada día, y somos como una gran familia. La ubicación es muy buena, la gente conoce el edificio, y esto es como una parroquia. Hay muchos días que no podemos poner el café a los comensales en el comedor, sino en la barra, porque mucha gente espera para entrar a comer", añade.

Un dúo icónico

Inma es una de las camareras de Prado Marina desde hace casi dos años. "Tenemos un buen horario, buena relación... Los clientes son de día a día, y si una semana se va uno de vacaciones, lo echas en falta. Damos buen trato a todo el mundo, e intentamos hacer lo mejor posible todo. Lo más complicado para mí fue adaptarme al ritmo de trabajo, porque al principio me acojoné, y eso que llevo desde los 14 años en hostelería. Al final los clientes que vienen tienen un tiempo limitado de descanso y tienes que ser rápida. Damos muchos desayunos, almuerzos y comidas a toda velocidad, pero te adaptas rápido, y la verdad estoy muy a gusto", explica.

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Sin lugar a dudas destaca mucho el dúo Cami y Basi. "Como personas y jefes, para mí son los mejores. Gente con las que puedes tratar, que te ayudan con lo que necesites, y con los que estás encantada", dice Inma. Y en cuanto a la comida, como gran referencia más allá del lechazo, recomienda la tarta de queso "que hace la basildita -en referencia a Camelia-".

Terraza

Si hablamos de proyectos, además de seguir creciendo, este restaurante quiere explorar la parte de terraza. A finales del verano pasado decidieron apostar por dar uso a un espacio amplio, que bien decorado, y con una oferta que sobre todo se enfoca a la parrilla, contó con mucho tirón. Ya que los fines de semana es cuando la demanda más suele rebajarse, decidieron apostar por este lugar, llegando a celebrar una boda y una gran comida de peñas, incluso. Ahora, con tiempo para delante, y esperando el buen tiempo, lo repetirán en breve. Y de hecho, buscan maestro parrillero.

"Hay que tirar para tener trabajo, para nosotros y nuestra plantilla, que es como una gran familia. A quien tenga dudas de emprender, le animo a tirar para delante. Muchos nos llamaban locos por coger el restaurante en la pandemia. Yo no me desanimé, trabajamos duro, y aquí estamos", sentencia Camelia sonriendo, sabiendo que la fórmula del éxito, además de las horas echadas, está en la cercanía y familiaridad que hace que cuando uno pisa Prado Marina, se sienta como en casa.