Detenido en una discoteca de Valladolid por hacerse pasar por agente del CNI inmerso en una operación antidroga

Parece que los ecos de las andanzas del «Pequeño Nicolás» perduran en la memoria de algunas. Es, quizá, una explicación para justificar el pintoresco suceso del que ha dado cuenta la Policía Municipal de Valladolid a través de su cuenta de Twitter. En un mensaje colgado en esta red social han ofrecido algunos detalles de una historia con más elementos que han explicado a la SER, fuentes de este cuerpo policial. El resumen: un individuo de 48 años se ha hecho pasar por agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) inmerso en una supuesta operación contra un grupo de delincuentes dedicados al narcotráfico. En concreto, agentes de la Policía Municipal detuvieron el fin de semana a R.O.H, de 48 años, por delito de usurpación de funciones públicas. Todo sucedió en la madrugada -siempre facilitadora de este tipo de historias- del domingo 16 de abril. Una patrulla policial que circulaba por el entorno de la Feria de Valladolid fue requerida por el portero de la discoteca «Moss», ubicada en la avenida Ramón Pradera, para relatar lo que estaba pasando dentro del local con una personas que, al parecer, se había identificado como operativo del CNI. El presnto «espía», en realidad, estaba molestando a la clientela con su comportamiento. Como ya habrán supuesto, esta persona presentana, según han señalado las mismas fuentes, «síntomas evidentes» de estar bajo los efectos del alcohol o de algún otro tipo de drogas. Tan metido estaba en su papel que había llegado a realizar cacheos a los asistentes con la justificación de que era agente del Centro Nacional de Inteligencia y que ese comportamiento respondía a que forma parte de un dispositivo especial desplegado para intervenir contra un grupo especializado en el tráfico de sustancias estupefacientes. Además llegó a mostrar a quienes allí se encontraban una placa que colgaba del cuello con una cadena. Esta historia chusca tiene más ingredientes que la hacen todavía más humillante para su protagonista y más sorprendente, suponemos, para los estupefactos agentes, estos sí, auténticos, de las fuerzas de seguridad que participaron en él. Cuando el sospechoso salió corriendo hacia la zona del aparcamiento disuasorio situado enfrente de la discoteca para coger su vehículo, los policías consiguieron interceptarle. Y lo hicieron porque, básicamente, dado el estado que presentaba y como consecuencia, seguramente, de las sustancias ingeridas fue «incapaz» de meter la llave en la cerradura del automóvil para completar su fuga. Algo que, seguramente, nunca le habría pasado a James Bond, por poner un ejemplo. Con la situación ya controlada, el cacheado fue él. En ese momento uno los policías intervinientes reconoció en el espía« al dueño de un restaurante -ya cerrado- en la capital vallisoletana, lo que cualquier sospecha sobre su auténtica identidad quedaron anuladas al instante. Pese a todo, el detenido mantuvo su historia y relató a los representantes de las fuerzas de seguridad que se había incautado »de un kilo de cocaína que había localizado en una presunta pesquisa que había realizado en otro local de ocio nocturno y que la operación de la que formaba parte en su fantasía le había llevado al establecimiento en el que este dislate fue interrumpido. Aquí, por si acaso, volvió a esgrimir la placa acreditativa de su puesto como agente de la Inteligencia española. Incluso cuando fue trasladado a comisaría, se ratificó en su relato de que formaba parte de una investigación puesta en marcha a un grupo de «narcos». Los policías instruyeron diligencias por delito de usurpación de funciones públicas.

Detenido en una discoteca de Valladolid por hacerse pasar por agente del CNI inmerso en una operación antidroga

En realidad, es el dueño de un restaurante ya cerrado en la capital vallisoletana

Mario Alejandre

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