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Mantas pingueras, cencerros y máscaras adornadas con crines de caballo y cuernos: así son los cucurrumachos de Navalosa

Los vecinos de este pueblo abulense se preparan para celebrar el Domingo Gordo de Carnaval

SER Ávila

Ávila

Navalosa, un municipio de poco más de 300 habitantes situado a 1.300 metros de altitud en el Valle del Alberche, mantiene vivo uno de los ritos de carnaval más antiguos de Castilla y León. Los cucurrumachos son una manifestación cultural cuyo origen se desconoce y que se ha ido pasando de padres a hijos durante generaciones. Siempre ha estado viva, pero en los últimos años ha experimentado un nuevo impulso y se ha convertido en un atractivo turístico que atrae a decenas de personas cada Domingo de Carnaval.

La fiesta se inicia la víspera cuando los quintos del pueblo cortan un chopo y lo colocan en la plaza mayor, frente al Ayuntamiento, para que presida la fiesta. Al día siguiente se puede ver a los jóvenes del pueblo que van por las calles pidiendo a los vecinos que colaboren con dinero o alimentos. Ellos van vestidos "de bonito", con traje oscuro, camisa blanca con corbata, sombrero negro decorado con una escarapela, guantes blancos, y un pañuelo floreado a la espalda y prendido al pecho sobre el que se coloca otro blanco más pequeño, también prendido por broche delante. Y un bastón con cintas de colores. Las mujeres llevan el traje de serrana.

Los quintos y los cucurrumachos giran en torno al olmo que preside la Plaza Mayor

Los quintos y los cucurrumachos giran en torno al olmo que preside la Plaza Mayor / Julio Fernández

Los quintos y los cucurrumachos giran en torno al olmo que preside la Plaza Mayor

Los quintos y los cucurrumachos giran en torno al olmo que preside la Plaza Mayor / Julio Fernández

Después de la comida comienza el rito de vestir a los cucurrumachos, los protagonistas de esta tradición.

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Se visten con mantas pingueras típicas de la zona y que se hacen con retales de tela o pingos. Y cubren completamente su rostro con unas máscaras rematadas con cuernos y cubiertas por pelo de caballo. Llevan un cinturón del que cuelgan varios cencerros de gran tamaño. Y algunos portan sacos con paja que van a tirar a quienes se encuentran por la calle. Su misión es asustar y sembrar el caos con el ruido de los cencerros.

Durante la fiesta se escucha música tradicional de gaitilla y tamboril y se cantan coplillas. Los participantes hacen varios corros alrededor del chopo que preside la plaza.

Bien de Interés Cultural

Esta Fiesta está declarada de Interés Turístico Regional desde febrero de 2022.

Ademas en abril de 2021 la Consejería de Cultura y Turismo inició el expediente para declarar Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial un total de 33 mascaradas de invierno que se celebran en la comunidad, entre ellas dos de Ávila, los cucurrumachos y los zarramaches. Todavía no se ha resuelto.

En ese expediente se reconoce que estas tradiciones constituyen "un conjunto excepcional, diverso y complejo de manifestaciones y rituales festivos que se celebran en pequeñas comunidades rurales de nuestra comunidad. En estas fiestas la máscara se configura como elemento central e identificador de un personaje ritual que interviene en las distintas escenificaciones o representaciones de carácter teatral, interactuando con otros personajes, con los convecinos y con los espectadores que asisten a la festividad".

Este fin de semana los cucurrumachos y otros representantes de las mascaradas de invierno de la provincia han estado en el III Encuentro de Rituales Ancestrales que se ha desarrollado en la localidad de Bemposta, en Portugal.

María Ángeles Hernández

María Ángeles Hernández

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Es redactora en SER Ávila desde 1994....

 
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