Avendaño
La firma de opinión del periodista y crítico cultural Juan Ángel Fernández
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'Avendaño', la firma de opinión JAF
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Albacete
Una mattina, Mi sono alzato, O bella ciao, Bella ciao, Bella ciao, Ciao Ciao... la canción sonaba en la calle Zapateros de la ciudad como si el vocalista callejero menesteroso intentara recordar algunos destrozos realizados en varios de nuestros rincones de Albacete, convertidos ahora en placetas parceladas de ausencias icónicas que nosotros, sus vecinos de toda la vida, echáramos de menos escarbando los recuerdos de infancia abrazados a las viejas fotografías de la Plaza de Gabriel Lodares o de la Plaza de la Constitución, por ejemplo, convertida ahora en una vulgar glorieta de recursos y solanas de paso. Me comenta nuestras bajezas lugareñas el artista Ricardo Avendaño, apelando a la nostalgia al cambiar sus recuerdos albaceteños desde hace ya bastantes años por la saneada y placentera villa alicantina de Altea. Avendaño otra vez, como si entre su paso profesional por nuestra ciudad fuera un deber moral que él tiene que cumplir no solo profesionalmente sino también por repasar de vez en cuando glorietas del viejo Albacete, o su amplia lista de rincones o conocimientos personales. Su larga evolución artística ha llegado a un punto asombroso, a un momento lúcido como si el fundamentalismo que reclama como seña de identidad se propagara y dispersara por cada una de las tendencias reconocibles de su obra, ahora: la hojarasca derramada por el lienzo como si una ventolera le hubiera llevado aparatosamente a incrustarse en un reposo momentáneo, ahora un globo lunático o dos, o tres, suspendidos en el tiempo, de una hermosa belleza pálida, de colores indescifrables... La comisaria de la exposición, Vera Waldorff, comenta en el catalogo que el proceso creativo de Avendaño es una especie de contaminación cruzada cuyas condiciones son el deseo de jugar, de divertirse, en definitiva de vivir cada instante.
Otra de las sorpresas para quien llevaba tiempo sin disfrutar de su manejo de las técnicas que siempre ha practicado resulta ser algunos de sus retratos recientes y el variado discurso de la tecnología manejada: oleos, veladuras, la digitografía sobre aluminio Dibond, la piedra, la madera, la acuarela y hasta un proyecto para la rotonda de la carretera de Ayna...
Me detengo, se detienen los visitantes... a contemplar un oleo donde el antiguo Albacete, se manifiesta descarado ofreciendo una vista sentimental de su antigua bonanza: nada menos que la plaza de Gabriel Lodares a la que Avendaño subtitula Las Ranas de Don Saturnino López. Una belleza de obra al óleo y técnica mixta sobre tela con la calle Ancha desparramándose al infinito y que vuelve a revolver la cada vez más alejada infancia de uno. El cuadro es un poema cuya contemplación no es conveniente acelerar. En fin, La silla Imposible, El Asedio de Montsegur, El Camino Perdido, El Tintero Triste, María Zambrano, El Atentado... como títulos... y un homenaje acristalado al célebre humorista Íbañez padre de Mortadelo y Filemón.
O sea, Ricardo Avendaño, el de siempre: Como dijo el poeta...ese diamante en el barro, la menor de las mentiras... una flor entre las rocas y caminar al borde del abismo.
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Hoy por Hoy Albacete (25/02/2025)