Tiempo indefinido
Firma de opinión de Jaime Quevedo Soubriet, Director de El Periódico del Común de La Mancha
"Tiempo indefinido" | La firma de opinión de Jaime Quevedo Soubriet
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No se me ocurre un título mejor para reflexionar sobre la época que vivimos marcada por la sucesión de estridencias, insoportable polarización y relatos cada vez más absurdos expresados por personas con las más altas responsabilidades. Podríamos llegar a pensar que la realidad se ha vuelto líquida y que los planos en los que se superpone no nos dejan escapatoria. Afortunadamente sí la hay y de cada uno de nosotros depende que se restablezca la cordura.
La actualidad nos ofrece también otra cara y cunden los ejemplos de personas que nos hacen recuperar la esperanza en que el futuro sigue en nuestras manos. La semana pasada tuve la suerte de asistir en remoto a la segunda jornada del III Simposio Internacional de Paradores, celebrado en la Universidad de Alcalá de Henares, foro interesantísimo de debate sobre los retos y las oportunidades del turismo que en esta ocasión se ha desarrollado con la vista puesta en el centenario que la cadena pública celebrará dentro de tres años.
Hubo intervenciones muy interesantes, pero la que más me impresionó fue la de Miguel Ángel Herrera, alcalde de Genalguacil, un pequeño municipio malagueño de la Serranía de Ronda que ha alterado su condena a la despoblación gracias a un modélico proyecto de desarrollo económico basado en la participación y en la fusión de la tradición, el arte, la cultura y la naturaleza.
También brilló en el Simposio con una documentadísima ponencia sobre tres paradores de nuestra comunidad, los de Oropesa, Sigüenza y Alarcón, Esther Almarcha, profesora de la UCLM y directora del Centro de Estudios de Castilla-La Mancha, además de colaboradora de esta cadena.
Los ejemplos de Genalguacil, hoy referente internacional gracias a su museo de arte contemporáneo y a su laboratorio de innovación rural, y de la propia cadena de Paradores, concebida hace ya casi un siglo y baluarte del sector más importante de nuestra economía, me llevan a pensar que es posible que nuestra sociedad recupere el sentido común. El gran Martín Caparrós concluía su artículo en el último dominical de El País del siguiente modo: “La ilusión, esa voluntad de lo improbable, es el principio necesario de cualquier revolución”.
No permitamos que nadie nos robe la esperanza, añado yo.
