La sorprendente conexión de un pueblo de Cuenca con la batalla de Trafalgar

Cuenca

El libro La Cierva: Un lugar en la historia, de Enrique Lillo Alarcón desentraña aspectos clave de la historia de esta pequeña población de la Serranía de Cuenca. A través de meses de investigación en archivos provinciales y nacionales, el autor ha recopilado información sobre diversos episodios históricos, como las canteras de jaspe utilizadas en la Catedral de Cuenca y el papel de los bosques locales en la construcción naval del siglo XVIII.

Aunque Enrique Lillo no tenía conexión previa con La Cierva, el proyecto le llevó a descubrir un lugar con una rica historia, a pesar de su pequeño tamaño y los escasos 38 habitantes que tiene en invierno, llegando a 60 o 70 en verano. Rodeado de bosques de pinos y sabinas a 1.200 metros de altitud, “el entorno natural de La Cierva es tan impresionante como su historia, que antes de este libro era prácticamente desconocida incluso para sus propios habitantes”, según ha contado Lillo Alarcón en una entrevista en Hoy por Hoy Cuenca.

El proceso de investigación fue arduo debido a la falta de documentación en el archivo municipal. Sin embargo, al consultar la Real Chancillería de Granada y otros archivos, el autor pudo reconstruir el pasado de la localidad.

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El origen del nombre de La Cierva

Un hallazgo destacado fue el origen del nombre de La Cierva, que “se remonta a un pleito entre términos de Cuenca y esta aldea”, explica Lillo. “Según un relato encontrado en un manuscrito, los primeros colonos, tras asentarse en la zona, llevaron una cierva como presente al Concejo de Cuenca para obtener permiso para establecerse, y desde entonces el lugar quedó asociado con este animal. Para referirse a ellos les decían ‘los de la cierva’. Y con ese topónimo se quedaron”.

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El jaspe del trasparente de San Julián

Uno de los capítulos más interesantes del libro es el papel de las canteras de jaspe de La Cierva en la construcción de la Catedral de Cuenca. “Estas canteras, junto con las de Buenache y La Parra, proporcionaron materiales esenciales para importantes obras barrocas”, explica el autor.

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“Ventura Rodríguez, destacado arquitecto del barroco español, especificó el uso de jaspe amarillo de La Cierva para el altar mayor y el transparente de San Julián. Este material, con sus tonos amarillos y violáceos, es fácilmente reconocible en la Catedral, y aún hoy se pueden observar restos de bloques de jaspe cortados en las antiguas canteras. El traslado de estas piedras hasta Cuenca era un proceso arduo, seguido de un minucioso trabajo de pulido realizado en un taller instalado en el claustro de la catedral”.

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La madera de La Cierva y su uso naval

Otro aspecto significativo de la historia de La Cierva es el aprovechamiento de sus bosques en el siglo XVIII. “La madera de sus pinos fue clave para la construcción de barcos de la Armada Española”, explica Lillo. “Los árboles eran marcados por la Hacienda Real, y su tala estaba destinada a fabricar piezas fundamentales para los navíos, como mástiles y vigas. La madera era transportada por carretas hasta los ríos y luego enviada en barcazas hasta los astilleros de Cartagena, Cádiz y Ferrol”.

Además, en 1764, madera de estos bosques fue utilizada para construir el navío San Justo, que posteriormente participó en importantes batallas como Trafalgar y en la independencia de Estados Unidos.

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Economía local y vinculación histórica

A pesar de la relevancia histórica de estos episodios, el impacto económico en la población de La Cierva fue limitado. “Los recursos naturales, como la madera, se utilizaron principalmente para fines externos, dejando escasos beneficios para los habitantes”, explica Lillo.

“Sin embargo, la actividad económica local se sustentaba en la producción de carbón vegetal, que era transportado a Cuenca para su venta”.