Y que por lo visto 9.0

Talavera de la Reina

Y que, por lo visto, a las fuentes ornamentales de Talavera de la Reina les ha dado un apechusque y no sueltan gota. Lo que se publicitó como la madre de todas las ideas para que la ciudad luciese europea se ha demostrado como una pifia más con dinero público. Con su dinero, querido oyente.

Una fuente en un cruce de calles es un chorro de agua sometido al capricho del viento. O haces un vaso grande y te cargas la rotonda que ya está hecha o haces un chorro corto y la gracia no se ve por ningún lado. Porque hacer una fuente ornamental no es solo construirla, vender el asunto de lo bonitas que quedan, pegarle unos azulejos cerámicos que sufrirán con el agua y los hielos, además hay que colocar un anemómetro para que el agua no te lave el coche cuando pases a su lado.

Y luego está la inspección sanitaria. Porque las fuentes deben ser vigiladas como reservorios de legionela. Un cuadro. Pues bien, las fuentes no funcionan. La de la plaza de España, que se inauguró como si se tratase de una nueva llegada del hombre a la luna, lleva más de 20 años sin echar gota. Si va a los Jardines del Prado, comprobará que la fuente de las ranas, o no está, o está a medio gas. Por no mentar la fuente de la ampliación de los jardines del Prado, cuyas teselas van desapareciendo como desapareció el agua.

Querido ciudadano, dese una vuelta y goce de la ausencia de chorrillos en las fuentes. Y luego vaya a ver otra idea enterrada que se nutrió de sus impuestos: los contenedores soterrados que ahí están, soterrados y sin contener nada. Si me acepta el consejo: cuando barrunte una ocurrencia que necesita de sus impuestos, corra a pedir explicaciones. Vamos, circulen.