Sociedad

Daimiel, un oasis torista en la provincia de Ciudad Real

Tarde de pocas orejas pero de mucha emoción en la que Manuel Escribano abrió la Puerta Grande de Daimiel y Carlos Aranda cortó una oreja, ante unos toros de Adolfo Martin que hicieron que nadie se aburriera

Daimiel

Una tarde entretenida en esa república independiente torista en la provincia de Ciudad Real, que es Daimiel. Una localidad que sigue manteniendo su personalidad, su afición y su gusto por el toro bien presentado y que este año anunciaba, gracias a la empresa Tauroemoción, gestora del coso ya varias temporadas, una corrida muy interesante muy del gusto del buen aficionado. El público volvió a responder un año más, en esta ocasión con los “grises” de Adolfo Martin que trajo una corrida cinqueña, muy en la línea de esta ganadería, que no planteó grandes dificultades a la terna actuante pero eso sí, había que estar ojo avizor, porque ya saben cómo se las gastan los de Adolfo. Con nobleza y humillando algunos pero exigentes, no permitiendo errores y necesitando una lidia inteligente y precisa.

Abrió plaza Curro Díaz, con un cárdeno que ya hizo amago de rajarse en los comienzos con el capote y con la muleta en las primeras series, cantó pronto la gallina y acabo en terrenos de toriles. El de Linares se sobrepuso a la condición del animal, rajado y poco apto para el lucimiento por lo que la faena no consiguió alcanzar el vuelo deseado. Fue ovacionado tras estocada casi entera tendida.

Su segundo fue muy reservón en banderillas, y puso en algún aprieto a los toreros de plata. Complicado también en la muleta con sus problemas y sus teclas que tocar, Curro Diaz estuvo con firmeza, plantando cara a su antagonista. La nota negativa del torero fue el bajonazo con el que pidió disculpas al público y con el que perdió todo trofeo.

Manuel Escribano tuvo en el segundo de la tarde, un toro flojo de los cuartos traseros al que se le dieron muchos capotazos para colocarlo en suerte en el caballo y al que se le picó mal. Protagonizo un desigual tercio de banderillas el de Gerena y logro momentos muy importantes con el toreo al natural. Lo llevo con despaciosidad, mimo, buen trazo y llevándolo largo que era lo que pedía el de Adolfo Martin. Dejo también algún cambio de mano y detalle para rematar con un epilogo que tuvo sabor y buen gusto. Perdió cualquier trofeo por el mal uso del acero y de la puntilla por parte del tercero de su cuadrilla.

Al quinto lo recibió de manera espectacular con largas cambiadas desde el tercio y verónicas con mucha hondura y plasticidad. Estuvo muy valiente con él en la muleta, aguantando alguna miradas y tornillazos, jugándosela y yendo de pitón a pitón con una buena colocación y mostrando una gran dimensión del gran torero que es. Entrega y disposición frente al triunfo que le valieron el corte de las dos orejas, que le abrieron la Puerta Grande de la Plaza de Toros de Daimiel.

Carlos Aranda tenía una papeleta complicada, debutar como matador en su tierra, con no siempre el viento a favor desde el tendido que le exigió como al que más. Teniendo pocos contratos y una experiencia que no es comparable con sus compañeros de terna, ante unos toros con sus complicaciones y exigencias que ponen dificultades al más “pintaó”.

Con todo estuvo muy voluntarioso toda la tarde, con dos entonados saludos capoteros sobre todo en su primero con tres verónicas y media que hicieron disfrutar al público.

Su primero que recibió dos varas y casi recibe una tercera ya que el matador estaba dispuesto, lo brindó al otro torero de Daimiel, Luis Miguel Vázquez, en un emotivo detalle. El toro fue a más en la muleta y Carlos Aranda creó una entonada faena bajo los sones de su pasodoble dedicado a él. Quizás su labor no tuvo una enorme rotundidad, pero si se gustó por momentos, ganando en confianza y en ajuste con el toro sobre todo con el buen pitón izquierdo. Hubiera tocado pelo de no haber fallado con la espada, recibiendo palmas tras aviso.

El que cerró el festejo puso en una tesitura complicada a toda la cuadrilla, muy reservón y una lidia que no fue la deseada. En la muleta estuvo igual con sus complicaciones, con el que el torero de Daimiel se justificó sin entrar en excesivas profundidades ante la incierta condición del animal. Cortando una oreja tras una estoca caída.

Con algo menos de tres cuartos de entrada en la Plaza de Toros de Daimiel se han lidiado toros de Adolfo Martin bien presentados y de juego desigual.

Curro Díaz ovación con saludos y palmas

Manuel Escribano ovación con saludos y dos orejas

Carlos Aranda ovación con saludo tras aviso y oreja

 
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