Opinión

La Corte Penal Internacional contra Netanyahu

La firma de opinión del catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, Nicolás García Rivas

Nicolás García Rivas

Nicolás García Rivas

'La Corte Penal Internacional contra Netanyahu', la opinión de Nicolás García Rivas

02:44

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Sin duda puede calificarse como impactante y sorpresiva la noticia de que el Fiscal de la Corte Penal Internacional acusa al primer ministro de Israel, Netanyahu, de varios crímenes de los que es competencia la Corte.

Este tribunal radicado en La Haya nació en 1998 con el propósito de convertirse en el gendarme universal contra los dirigentes de países que atacarán sistemáticamente los derechos humanos, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

Dicho así, todo parece bien, todo parece correcto y se trataría sin duda de un instrumento al que habría que apoyar sin ambages. Invito a los oyentes a que se asomen a la página web de la Corte y observen que ¡oh sorpresa! Los 31 casos sobre los que ha puesto el foco tienen como imputados a personas cuyo color de piel pasa del tostado al negro puro; ningún blanco, ningún occidental. Da la impresión de que se trata de un tribunal que sólo juzga dirigentes africanos; seguro que los hay muy malos, pero ¿sólo allí?

Cuando Estados Unidos invadió ilegal e impunemente Afganistan e Irak, ningún dirigente suyo fue sometido a la Corte. Es más, su poder económico le permitió suscribir los repugnantes “acuerdos de impunidad” con más de 100 países (algunos de la Unión Europea), a cambio de dinero. Puro y simple dinero.

¿Qué quiere decir esto? Que el Estatuto de Roma, por el que se rige la Corte Penal Internacional contiene suficientes vías de escape a favor de los poderosos como para que no abriguen ningún temor a ser juzgados efectivamente en La Haya.

A Netanyahu le acusa el Fiscal de la Corte de múltiples delitos: lesa humanidad, crímenes de guerra, etc. Pero causa auténtico pavor y estremecimiento observar que se le quiere juzgar por haber decidido que más de un millón de personas se enfrenten a una hambruna catastrófica “el mayor número de personas jamás registrada, en cualquier lugar y en cualquier momento”. Un método de matar con especial ensañamiento.

Queda mucho todavía para que ese asesino de masas se siente en el banquillo y todo hace prever que jamás lo hará. No se trata de ser pesimista sino de conocer las reglas que rigen este tipo de asuntos y con qué facilidad se adapta la insoportable realidad del genocidio a los pliegues de una conciencia dotada de escasa rigidez.

 
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