Moscú

Dolor de humanidad.

“El pasado 22 de marzo, varios hombres armados vestidos con uniformes de combate abrieron fuego contra las personas presentes en el interior de una sala de conciertos situada en un barrio de las afueras de Moscú y posteriormente prendieron fuego al lugar. El atentado supuso 137 víctimas mortales y 180 personas heridas. El grupo armado ISIS reivindicó la autoría del atentado y difundió un espantoso vídeo en el que se ve cómo disparan contra la multitud con fusiles automáticos y degüellan a una de las personas asistentes al concierto.

El 23 de marzo, un tribunal de Moscú ordenó prisión preventiva para cuatro personas detenidas el mismo día como sospechosas. Uno compareció ante el tribunal en silla de ruedas tras haber sufrido lesiones graves. Otro presentaba un vendaje en el lado derecho de la cabeza; imágenes anteriores sugerían que le habían cortado la oreja durante los interrogatorios. Un tercer detenido compareció ante el tribunal con los bordes de una bolsa de plástico pegados al cuello, lo que apunta al empleo de una técnica de asfixia que —según informes— utilizan las fuerzas del orden rusas. Todos los acusados presentaban hematomas en los ojos y otras lesiones. Otras imágenes permitían deducir que los captores habían aplicado descargas eléctricas a uno de los detenidos”. Fuente Amnistía Internacional.

Observo perpleja y casi sin palabras como tantas muertes en Moscú no han supuesto el mismo movimiento internacional de solidaridad que en otras tantas ocasiones. Ni velas, ni corazones, ni oraciones, ni estados en WhatsApp o Redes Sociales… Si las ha habido, han tenido muy poco o ningún efecto multiplicador. En tiempos de reflexión espiritual que además coincide para creyentes musulmanes y cristianos, y en tiempos donde cada vez sentimos el dolor de la guerra y la muerte más de cerca, parece importante preguntarnos ¿Por qué las víctimas de Moscú nos han pasado casi desapercibidas?

Dejando claro que utilizar la muerte y un atentado terrorista como arma de guerra y justificación belicista es un acto irresponsable y cruel por parte de cualquier dirigente político. Se hace preciso esclarecer la verdad de todos los hechos sin manipulaciones, principalmente por respeto a las víctimas y sus familias. Éstas no recibirán justicia hasta que las personas responsables de esta atrocidad rindan cuentas en juicios justos, acordes a las normas internacionales.

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Dolor de humanidad.

Del otro lado, lejos de promover justicia, la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes sólo sirven para oscurecer el camino hacia la verdad. El derecho a no sufrir tortura ni otros malos tratos es absoluto y no admite excepciones. Si se inflige tortura y otros malos tratos se están cometiendo un delito y debe ser tratado como tal.

La pregunta es ¿En qué tipo de mundo queremos vivir, a qué queremos abrir los ojos y a qué preferimos cerrarlos, y también por qué? Qué queremos entender como justicia terrenal y qué solemos agradecer a la justicia divina, para quienes crean en ella.

Volvemos al lugar de la justificación de los bandos. Y no nos damos cuenta que desde ese lugar perdemos todos como humanidad. Proteger las reglas internacionales que nos hemos marcado como sociedad, protege nuestra propia vida.