Los abuelos

Albacete

Mis abuelos maternos marcaron mi vida, mi infancia, con ellos aprendí el sentido de familia, amar los animales, la naturaleza, el activismo, escribir y la música. Siempre fueron mi referencia para tomar decisiones y aquel refugio de paz para todos. En mi familia y hasta el último día de sus vidas, para ella 95 años, para el 78, siempre fueron prioridad sus cuidados, su salud, sus espacios, que no se sintieran solos y por sobre todo el amor.

¿Y cuándo faltan? ¿Y cuándo ya no están?

Ese día sentía que había que celebrar la vida, no sé por qué, afortunadamente tengo muchos días así. Trabaje sin descanso, me encontré con amigos, tomé el sol y una cerveza en una terraza, me regalaron una planta de flores rosa, reí, ví una película y fuí a la cama para continuar la rutina de mis días.

Al abrir los ojos, con una sensación extraña en el cuerpo, con el miedo de aquello que esperas, leí la noticia: 'Te habías marchado' en paz y rodeada de amor habías dicho adiós a la vida. La familia fortalecida y unida, recuerdos, fotos, mensajes, canciones... A la abuela le hemos despedido recientemente con dolor pero en paz. Ella tuvo la vida que quiso tener, emprendedora, activista política, empresaria, matriarca de todo cuanto le rodeaba… en fin. La Abuela. Han pasado varios días y pasarán miles más porque la vida sigue, es como un rodillo que te pasa por encima, pero no te olvidaré. Lo sabes.

Los abuelos en la Pandemia

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Casi tres años después del inicio de la pandemia y del decreto sobre el estado de alarma, con 35.000 fallecimientos de personas mayores de residencias, el abandono sufrido por sus familiares y la impunidad permanecen.

La ausencia de mecanismos y procedimientos adecuados para saber la verdad sobre lo ocurrido en las residencias de mayores durante la pandemia continúa hoy en día y no hay perspectivas de que vaya a cambiar, incluyendo las instrucciones y protocolos discriminatorios que impidieron que miles de personas recibieran asistencia sanitaria.

Amnistía Internacional documentó cinco violaciones de derechos humanos cometidas contra las personas mayores residentes y nadie ha rendido cuentas por ello. En concreto, por vulneración del derecho a la vida, a la salud, a la no discriminación, a la vida privada y familiar y el derecho a una muerte digna.

Incumplimiento a la obligación de investigar, abandono a las familias, ausencia de datos, casos archivados, ningún acto público de reconocimiento de lo sucedido a las víctimas donde se refleje el compromiso a buscar la verdad y garantizar la justicia y la reparación para todas ellas y en definitiva un nuevo modelo de residencias, pendiente de implementar.

El dolor de esas familias merece respuesta y compromiso de Estado, la muerte natural de mi abuela y en óptimas condiciones ha sido un gran dolor, no podría ni imaginar el haberla perdido en pandemia sin información de ningún tipo y que se le hubiese tratado como una estadística a descartar y no como un ser humano.

Ni Gobierno central ni autonómico, ni Congreso de los Diputados, ni la Fiscalía General del Estado ni Defensoría del Pueblo ni el Consejo General del Poder Judicial han cumplido con su obligación para resarcir a las víctimas cuyos derechos han sido violados.

Las personas mayores desempeñan un papel cada vez más importante y constituyen una nueva fuerza para el desarrollo, a través del trabajo voluntario, transmitiendo su experiencia y conocimientos, cuidando a sus familias y con una creciente participación social.

Los abuelos no pueden ser los grandes olvidados. Es nuestra obligación construir una sociedad que valore, respete, incluya, promueva, asista y proteja a las personas mayores.