Opinión

Cómo enseñamos

La firma de opinión del catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, Nicolás García Rivas

Nicolas Garcia Rivas

Nicolas Garcia Rivas

'Cómo enseñamos', la opinión de Nicolás García Rivas

03:02

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Albacete

Ayer se publicó en El País un artículo de Javier Rodrigo, profesor de Historia de la Universidad Autónoma de Barcelona, titulado “Contra el PowerPoint como vía de conocimiento”. En él sugiere que, en general, los docentes universitarios y no universitarios hemos caído en la banalidad de afrontar las explicaciones sobre temas complejos simplificando tanto los argumentos (en una presentación en Power Point) que, en el fondo, estamos cercenando una vía mucho mejor para adquirirlos, como sería la lectura de trabajos más elaborados y capaces de seducir la inteligencia de nuestros estudiantes, a los que obligaría a pensar.

El tema es recurrente entre nosotros, los docentes; incluso más en otras carreras que en la de Derecho, que sí se presta -como cualquier otra- a utilizar esa vía de enseñanza, pero no es absolutamente generalizada por diversos motivos, uno precisamente el que Javier Rodrigo señala.

Creo que la tarea más importante del profesorado para dirigir el conocimiento de los estudiantes es crear en ellos la motivación para caminar por sí mismos en pos de adquirir ese conocimiento. Con los métodos audiovisuales actuales, la cuestión no es ya si enseñamos de un modo u otro sino casi si somos necesarios para enseñar. Creo que sí. Lo que Javier Rodrigo considera una banalización del conocimiento, si se hace bien consiste en trabajar las clases el tiempo que requiera la traducción del estado de la ciencia respecto al objeto a enseñar a un lenguaje accesible al estudiantado. Somos intérpretes del avance científico y se lo ofrecemos en píldoras para que sea accesible para ellos.

En un mundo perfecto, con el estudiantado haciendo cola en las bibliotecas para pedir libros en préstamo, el sistema sería otro. El mundo del siglo XXI tiene otro perfil y otras herramientas y….casi diría que “otro tempo”, porque el largo recorrido ya no existe y ha mutado en un desenfreno de actividad (llámese móvil) del que no es posible escapar, pero tampoco deseable, porque enseñamos a estudiantes de 2024 y no de 1980. Lo que chirría, en el fondo, es nuestro propio ”tempo”, que fue aprendido entonces y hoy ofrece una resistencia numantina a su transformación; falta sincronización.

Esta tarde explicaré a mis estudiantes la compleja figura de la imprudencia y no hablaré del alemán Engish (1930), ni de nuestro CÓRDOBA RODA (1980) sino de cómo deben valorar la previsibilidad del daño o la evitabilidad del mismo con varios ejemplos, como el del accidente que acaba de ocurrir en Port Aventura, al que sacaremos mucha punta…y guardaremos todas las virutas.

 
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