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Ocio y cultura

Descubre los inicios más significativos de las grandes obras de la literatura

Un recorrido por las sorprendentes, filosóficas, descriptivas, impactantes o sugerentes primeras frases de las novelas clásicas

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Cuenca

¿Nos fijamos especialmente en las primeras frases de la novela que hemos empezado a leer? ¿Recordamos algún principio de novela que nos haya marcado de alguna manera? En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme… Ese inicio del Quijote de Cervantes nos suena a todos.

Cuando nos contaban cuentos siempre se comenzaba por esa frase mítica: Érase una vez… Cuando tenemos un libro entre las manos, en qué nos fijamos en un primer momento. Como tenemos una vida tan agitada y el tiempo es nuestro mayor problema, ¿nos volvemos más exigentes en el momento que leemos las primeras líneas? A estas y otras preguntas hemos respondido en Hoy por Hoy Cuenca con Begoña Marlasca, quien ha dirigido durante varios años la biblioteca pública Fermín Caballero de Cuenca.

Fuente: Diputación de Palencia

Fuente: Diputación de Palencia

El comienzo de una novela es como una puerta que se abre y nos invita a entrar y a continuación conoceremos algunos de los inicios más significativos. El director de cine Billy Wilder decía que “hay dos formas de empezar una película: la mala es que se ilumina una habitación y entra por la puerta Cary Grant. La buena es que se ilumina la misma habitación y Cary Grant entra por la ventana".

Hoy por Hoy Cuenca (06/11/2023)

01:40:00

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Hay muchos tipos de principios. Por ejemplo, el inicio de Madame Bovary de Flaubert, publicada en 1856: Nos encontrábamos en la sala de estudio, cuando entró el director seguido de un “novato” con atuendo provinciano y de un bedel que traía un gran pupitre. Los que dormitaban se espabilaron, y todos nos pusimos en pie como sorprendidos en nuestro trabajo.

Comienza describiendo al alumno que luego sería Charles Bovary, el marido de Emma, la verdadera protagonista de esta novela, exponente de la vida social de la burguesía francesa del siglo XIX. No anuncia demasiado lo que luego leemos.

Radio Morón

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Todo escritor sabe muy bien que es muy importante el inicio de la obra. Un ejemplo muy significativo en el comienzo de la novela Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino: Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero. Relájate. Concéntrate. Aleja de ti cualquier otra idea. Deja que el mundo que te rodea se esfume en lo indistinto. La puerta es mejor cerrarla; al otro lado siempre está la televisión encendida. Dilo enseguida, a los demás: «¡No, no quiero ver la televisión!». Alza la voz, si no te oyen: «¡Estoy leyendo! ¡No quiero que me molesten!». Quizá no te han oído, con todo ese estruendo; dilo más fuerte, grita: «¡Estoy empezando a leer la nueva novela de Italo Calvino!». O no lo digas si no quieres; esperemos que te dejen en paz.

Hoy por Hoy Cuenca (18/12/2023)

01:30:00

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Inicios que captan nuestro interés

Anna Karenina, de Tolstoi

Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero las infelices lo son cada una a su manera.

Pedro Páramo, de Juan Rulfo

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Fahrehneit 451, de Bradbury

Era un placer quemar.

1984, de George Orwell

Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece.

Cien años de soledad, de García Márquez

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

Historia de dos ciudades, de Charles Dickens

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“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo”.

Corazón tan blanco, de Javier Marías

No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados.

Principios suaves pero sugerentes

Rebeca, de Daphne du Maurier

Anoche soñé que volvía de nuevo a Manderley. Me encontraba ante la verja pero no podía entrar porque el camino estaba cerrado.

El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers

En la ciudad había dos mudos. Estaban siempre juntos. Cada mañana a primera hora salían de la casa en la que vivían y bajaban por la calle en dirección al trabajo, cogidos del brazo. Los dos amigos eran muy diferentes.

El viejo y el mar, de Ernest Hemingway

Era un viejo que pescaba solo en la corriente del Golfo y que llevaba 84 días sin coger un pez.

La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón

Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados.

Principios directos que impactan

Asfixia, de Chuck Palahniuk

Si vas a leer esto, no te molestes. Después de un par de páginas, no querrás estar aquí. Así que, olvídalo. Vete. Vete mientras aún estás de una pieza.

El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias

Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre! Como zumbido de oídos persistía el rumor de las campanadas a la oración, maldoblestar de la luz en la sombra, de la sombra en la luz. ¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre, sobre la podedumbre!.

La metamorfosis, de Kafka

Al despertar Gregor Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el que casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto.

—¿Qué me ha ocurrido?”

Me llamo rojo, de Orhan Pamuk

Ahora estoy muerto, soy un cadáver en el fondo de un pozo. Hace mucho que exhalé mi último suspiro y que mi corazón se detuvo pero, exceptuando el miserable de mi asesino, nadie sabe lo que me ha ocurrido.

Una visión de la vida

El guardián entre el centeno, de JD Salinger

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Si de verdad les interesa lo que voy a contarles, lo primero que querrán saber es dónde nací, cómo fue todo ese rollo de mi infancia, qué hacían mis padres antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso. Primero porque es una lata y, segundo, porque a mis padres les daría un ataque si yo me pusiese aquí a hablarles de su vida privada.

Orgullo y prejuicio, de Jane Austin

Es una verdad universalmente aceptada que un hombre soltero en posesión de una notable fortuna necesita una esposa.

Metafísica de los tubos, de Amélie Nothomb

En el principio no había nada. Y esa nada no estaba ni vacía ni era indefinida: se bastaba sola a sí misma. Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le habría ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba.

El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence

La nuestra es una época esencialmente trágica; por eso nos negamos a tomarla trágicamente. El cataclismo se ha producido, estamos entre ruinas, comenzamos a construir hábitats diminutos, a tener nuevas esperanzas insignificantes. Un trabajo no poco agobiante: no hay camino suave hacia el futuro, pero le buscamos vueltas o nos abrimos paso entre los obstáculos. Hay que seguir viviendo a pesar de todos los firmamentos que se hayan derrumbado.

Muy descriptivos y detallados

La puerta, de Magda Zsabo

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Rara vez sueño. Pero cuando lo hago, me despierto sobresaltada y con el cuerpo bañado en sudor. Entonces vuelvo a acostarme y, mientras espero a que mi corazón se calme, me pongo a meditar sobre el irresistible poder mágico de la noche. De niña y de jovencita nunca soñaba, ni cosas buenas ni malas; es la edad madura la que arrastra y me trae en una masa compacta los horribles sedimentos del pasado, lo que resulta aún más atroz porque esos acontecimientos, sin haberlos vivido nunca en la realidad, en los ensueños se me presentan en una forma aún más concentrada y trágica. Entonces me despierto entre gritos de terror.

La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín

La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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