Ocio y cultura

El octavo fanzine de la ARMH Cuenca refleja la crudeza de la persecución a las mujeres por el franquismo

Máximo Molina, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ARMH Cuenca, y Ana Esteban, autora, han presentado el fanzine

Tarancón

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ARMH Cuenca ha publicado su octavo fanzine, titulado ‘Mujeres y Rojas. Conquenses de dudosa moral nacionalcatólica’. Su autora, Ana Esteban ha destacado el papel que las mujeres jugaron en la Guerra Civil, reemplazando a los hombres que partían hacia el frente, y cómo sufrieron la represión judicial y extrajudicial durante el franquismo. Hasta tal punto que los suicidios aumentaron entre las mujeres un 30 por ciento, entre 1939 y 1949.

Así lo resalta Ana Esteban, que recuerda cómo “el Instituto Nacional de Estadística establece que del año 39 al 49 la tasa de suicidios en España de mujeres subió un 30%. Varios autores lo relacionan directamente con esta violencia sexual, mujeres que no fueron capaces de superar el estigma social, el dolor y la humillación de violaciones, de rapados, de acoso. Hubo un 30% más de suicidios entre las mujeres”.00:00:00 Orador 1

El fanzine documenta todas las formas represivas y el maltrato que el franquismo y sus curas y monjas ejercieron contra la mujer, en muchos casos encarceladas por el mero hecho de vestirse de milicianas. En las cárceles femeninas, gestionadas por monjas y la Sección Femenina, pasaron verdadera hambre.

“Porque en el periodo republicano -recuerda Ana Esteban- Victoria Kent sacó a todas las órdenes religiosas de las prisiones, el franquismo las volvió a meter, metió a las órdenes religiosas y metió a las mujeres de la Sección Femenina, víctimas de los caídos por la patria. Entonces, sobre todo las monjas en la comida que era llevada por el Estado a las prisiones, que ya de por sí era muy deficiente para alimentar a las presas, las monjas se quedaban buena parte de ello y las revendían en el mercado negro o en los economatos dentro de las prisiones, así que pasaron muchísima, muchísima hambre, problemas higiénicos, etcétera”.

La asociación ya trabaja en otras sobre la Transición, en colaboración con el Colectivo de Olvidados por la Transición, Conquenses en la Resistencia Francesa contra los nazis, El Hospital Militar de Uclés y La Represión al Magisterio en la Provincia de Cuenca, El Hospital Militar de Uclés y La Represión al Magisterio en la Provincia de Cuenca.

Por su parte, Ana Esteban, que además es vocal de 'deportados' de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Cuenca, se ha basado tanto en la bibliografía, los consejos de guerra, expedientes penitenciarios o en la información recabada durante años de trabajo por la propia asociación que incluye entrevistas a las víctimas, documentos de los registros civiles o facilitados por las familias de quienes sufrieron la represión.

“Sentí la necesidad de escribir desde el punto de vista de la perspectiva de género porque siempre hablamos de la represión franquista en general, y en particular de los hombres. Quería contar cómo ellas, además, fueron juzgadas desde el punto de vista moral”. Su análisis parte desde la situación de la mujer en la II República, aunque se centra sobre todo en la postguerra. “En ocasiones, las acusaciones se sustentaron en hechos como haberse vestido de miliciana, haber puesto a sus hijos nombres como Revolución o Pasionaria o vivir con un hombre casado”. A muchas les costó la vida.

El Estado del régimen de Franco castigó a las personas por sus ideas y, en el caso de las mujeres, también por su moralidad. La evaluación de la conducta político-social lo deja claro, un expediente tras otro, calificando las conductas 'de dudosa moralidad', 'de pésima moral', 'deficiente conducta moral'…”, recuerda Esteban.

El castigo infringido a las mujeres no ha podido ser documentado en todos los casos. Además, la investigación es todavía escasa en este campo. “Hubo una represión de género de la que no quedó rastro documental, como las violaciones o rapados. Pero a pesar de no poder poner nombres y apellidos a las víctimas, no hemos querido obviarlo. Es uno de los pilares en los que se sustentó el estado de terror impuesto a los vencidos”.

Y a esa la violencia directa se sumó otra indirecta. “Hubo señalamiento social, por ejemplo por el hecho de ser mujer de preso. Hubo depuraciones profesionales... Y tras ello, el hambre y otras penurias”.

 
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