Menores y alcohol

Albacete

El sábado por la tarde tuvo que intervenir la Policía Local de Albacete para dar auxilio a 5 adolescentes de entre 13 y 15 años que habían hecho botellón y deambulaban por la calle con evidentes síntomas de embriaguez. Unos vecinos de la zona, alarmados por la situación, llamaron a la policía para que avisara a los padres. Por lo visto, la niña de 14 años era la que iba en peor estado y requirió asistencia médica.

La noticia viene a corroborar los datos que desde hace años muestran los distintos estudios realizados en esta materia. Según la encuesta ESTUDES, que analiza datos de los estudiantes de enseñanzas secundarias, el alcohol es, con amplia diferencia, la droga más consumida entre los jóvenes de 14 a 18 años. Más de la mitad de los estudiantes de 14 años han probado el alcohol alguna vez en su vida y la edad de la primera borrachera se sitúa en 14,7 años, siendo la prevalencia de esta sustancia más alta en las chicas que en los chicos.

La situación es preocupante. Además, en los últimos años se aprecian cambios importantes en el patrón de conducta de muchos adolescentes a través del denominado binge drinking o consumo en atracón, que consiste en la ingesta de 5 o más bebidas alcohólicas en un intervalo de dos horas o de 4 bebidas para las mujeres. También el caso de los menores de Albacete parece seguir el patrón diferenciado según el sexo y la edad que muestran estos estudios, toda vez que las chicas reconocen haberse emborrachado en mayor medida que los chicos en los grupos de edad más temprana, entre los 14 y 15 años.

La ley castellanomanchega contra la venta y publicidad de bebidas alcohólicas a menores prohíbe claramente el consumo, la venta y dispensación de alcohol a los menores de 18 años.

El art. 36 de la Ordenanza Cívica del Ayuntamiento de Albacete prohíbe también la práctica del botellón, esto es, la concentración de personas en la calle para beber, aunque lo hace fundamentalmente por razones de salubridad, medioambientales, por las molestias que se causan en el descanso de los vecinos y porque se ensucian las calles. Si son los menores los que hacen botellón y se emborrachan, además de las sanciones que puedan corresponder, las autoridades están obligadas a avisar a sus padres que es, ni más ni menos, lo que ocurrió el sábado por la tarde con estos chicos.

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Puede decirse que este marco jurídico es necesario, pero no suficiente.

El consumo de alcohol en los menores de edad es un grave problema de salud pública que exige ser abordado de forma integral por parte de nuestros poderes públicos. Los menores, no solo carecen de la percepción del riesgo que implica su consumo, sino que el alcohol está considerado cada vez más como una actividad social y lúdica. A ello han contribuido ciertas estrategias publicitarias que proporcionan una imagen positiva del alcohol, asociada a momentos de bienestar y disfrute.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Su consumo se asocia con más de 200 problemas de salud, cuyo impacto se magnifica en los adolescentes y jóvenes. Sus consecuencias sobre la plasticidad del cerebro y el comportamiento a largo plazo son mayores en estos colectivos y se asocian con un incremento de las lesiones, accidentes de tráfico, conductas sexuales sin protección, aumento de embarazos no deseados, mayor riesgo de enfermedades de transmisión sexual y con el fracaso académico.

Las medidas legales deben ir acompañadas de otras políticas de intervención temprana, de programas educativos amplios, interdisciplinares y cuidadosamente diseñados para dar al menor herramientas para enfrentarse a este problema y aptitudes para la vida.

En fin, la educación es indispensable para aumentar la conciencia del menor ante los riesgos del alcohol y para orientarlo hacia otras propuestas de ocio más saludables pues, como es sabido, los modos de vida adoptados en la juventud predeterminan la salud del adulto.