Buciegas, el pueblo de Cuenca con más población extranjera que local

Cuenca

A lo largo del paseo de los huertos de Buciegas (Cuenca), debajo del lavadero, corre una reguera de agua y crecen olmos resistentes a la grafiosis plantados en los últimos años con el objetivo de recuperar las frondosas sombras de aquellos grandes árboles que sucumbieron ante esta enfermedad en los años 80. “Estos olmos permiten perpetuar a la gente del pueblo”, nos cuenta Rosa Carabaño, la alcaldesa de Buciegas. “Junto a cada olmo hay una leyenda con el nombre del vecino que lo plantó”. Y en esas placas leemos apellidos como López, Colmenar, Duque y otros menos autóctonos como Markov o Zhivkov o Nedev.

Son apellidos búlgaros y pertenecen a los nuevos habitantes de este pueblecito de Cuenca que han llegado hasta aquí en los últimos años. “El municipio tiene censados 36 habitantes, pero residiendo de forma constante solo hay 22, a lo sumo 25, de los cuales dieciséis son búlgaros”, dice la alcaldesa, en un reportaje que hemos emito en Hoy por Hoy Cuenca.

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La pequeña Bulgaria de la Alcarria, le dicen a este pueblo, Buciegas, que aunque nunca fue grande, sí que ha visto reducir su población en las últimas décadas. “La escuela se cerró en el año 1978 y ahora el niño más joven tiene 13 años, lo que no permite tener abierta un aula unitaria”, explica Carabaño.

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Como otras muchas localidades de esta comarca conquense, la despoblación se pasea a sus anchas por aquí. “La llegada de estas familias búlgaras nos ha permitido tener el municipio poblado durante todo el año”, explica la alcaldesa. Primero llegaron unos, encontraron trabajo en la agricultura o la construcción, y después han llegado sus familiares. Lo cierto es que se les ha facilitado el asentamiento en el municipio tanto por parte de los vecinos, a la hora de ofertar casa o huertos con alquileres muy bajos, como desde el Ayuntamiento ya que los planes de empleo más recientes se han ocupado por estas personas”.

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Yelasco Markov

En la calle Cantón de Buciegas, Yelasco Markov, de 37 años, acaba de comprar una casa. En ella vive con sus padres y su hermano. La familia echa raíces en este pueblo de la Alcarria de Cuenca después de conocer bien esta comarca en la que están trabajando en campañas agrícolas desde 2005.

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“Llevamos mucho tiempo en España y el año pasado decidimos comprar esta casa”, nos cuenta. “Podemos hacer las reformas que queramos, nadie te puede decir nada, además todos los vecinos son muy buenos, no tenemos problemas con nadie, todos nos dicen que nos van a ayudar siempre”.

Como Yelasco, otros ciudadanos búlgaros llevan años trabajando en las campañas agrícolas de esta comarca, sobre todo en la recogida de la aceituna y en la poda de los olivos. “El primer año estuvimos en Tinajas, también en Canalejas del Arroyo. No había futuro en Bulgaria, hay trabajo pero no te lo pagan bien. O no te pagan directamente. Aquí teníamos un primo que habló con mis padres y nos ayudó”.

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Cuando Yelasco llegó a España no sabía lo que era un olivo. “Lo vimos por primera vez cuando veníamos en el autobús porque nosotros allí no tenemos”.

Cada vez menos

Junto a la iglesia de San Pedro Ad Vincula de Buciegas, un edificio del siglo XVI que se aprecia bien conservado, aún se pueden ver las cenizas de la pasada hoguera de Navidad, “una de las actividades que el ayuntamiento y la asociación socio-cultural del pueblo promueven a lo largo del año para, al menos, juntarnos los pocos vecinos y los muchos originarios de esta localidad que viven fuera pero que acuden en periodos festivos o vacacionales”, explica Carabaño. Lo próximo será la Semana Santa y la quema del judas el Domingo de Resurrección. “Cada vez somos menos para sacar los santos en procesión pero intentamos hacer lo máximo posible”.

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Sin la actual población búlgara, ¿cómo sería este pueblo? “No me lo quiero ni imaginar”, dice la alcaldesa. “Hemos perdido mucha población. Desde el 2020 ha muerto mucha gente. Voy por las calles del pueblo, veo cada vez más casas vacías y es terrible”.

En Buciegas no hay tienda ni escuela. La venta ambulante es un alivio para los pocos vecinos. El bar también está cerrado pero con idea, dice la alcaldesa “de abrirlo de cara al verano, queremos sacarlo a concurso, porque en los pueblos que no hay nada, si no hay bar tampoco…”

En este pueblo, como en tantos otros con poca población, el vehículo privado es fundamental para sobrevivir. La ciudad de Cuenca está a 40 minutos y a solo cinco kilómetros Cañaveras, el pueblo más cercano donde sí hay tiendas, gasolinera, restaurante y el Centro de Salud, aunque el médico acude al consultorio de Buciegas cada martes. “Por lo menos mantenemos un contacto ya que hay mucha gente mayor que necesitan un poco de cuidado y tener al menos un día a la semana al médico en el pueblo es básico”.

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Yelasco feliz

Cuando Yelasco camina por las calles de Buciegas se siente “muy tranquilo”, dice, “y siempre me digo que he tenido una suerte muy grande por poder comportarme esta casa y vivir en este pueblo”. Estos días aún de invierno trabaja en el olivar “limpiando ramas en un pueblo de al lado”, nos cuenta. “He trabajado en otros oficios, pero en la agricultura estoy mejor”, aunque reconoce que el último trabajo, en el sector de la logística en Tarancón, le gustaba.

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“He estado dos años muy a gusto, pero ahora, por la bajada de producción, nos dice, solo me llamaban algunos días, y como Tarancón está a 75 kilómetros, no me salía rentable hacerme 150 kilómetros de viaje ida y vuelta, al precio que está la gasolina, para trabajar solo dos días o tres a la semana”.

Dentro de cinco o diez años, Yelasco sueña “con ver la casa un poco más arreglada porque ahora mismo no nos podemos permitir hacer la reforma como queremos”, nos cuenta mientras camina por estas calles solitarias de Buciegas y nos confiesa que se siente, “feliz, feliz”.

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