La 'reinvención' en la pandemia llega hasta hoy
El 29 de febrero de 2020 llegó a Cantabria el 'tsunami' del coronavirus, un "cataclismo" que obligó a reinventarse al sistema sanitario
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UCI en Valdecilla. / Cadena SER
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Santander
Cinco años después del primer caso confirmado de covid en Cantabria, el de una persona que llegó a la comunidad autónoma desde Italia, profesionales sanitarios y de otras áreas destacan la investigación y las vacunas como "claves para salir del atolladero" y nuevas herramientas digitales e iniciativas para el cuidado de pacientes que vinieron para quedarse.
El 29 de febrero de 2020 llegó a Cantabria el 'tsunami' del coronavirus, un "cataclismo" que obligó a reinventarse al sistema sanitario, sobre todo su hospital de referencia, Valdecilla, y departamentos como los de contratación o digitalización, como cuentan, cinco años después, a EFE quienes lo vivieron.
Cada uno en sus áreas, estos profesionales recuerdan lo duro que fue ver morir a gente en soledad, la incertidumbre de cómo abordar una enfermedad hasta entonces desconocida, la falta de stock en el mercado o los obligados cambios en la concepción del trabajo.
Pero también tienen grabada en la retina la respuesta solidaria de la población, el compañerismo que propiciaron los momentos de adversidad o algunas satisfacciones, como sacar a la calle a un paciente que llevaba tres meses en cuidados intensivos.
El peso de la incertidumbre
En menos de quince días, el jefe del servicio de Medicina Intensiva del Hospital de Valdecilla, Juan Carlos Borregán, explica que se triplicaron los pacientes en UCI, que presentaban una gravedad mayor de la habitual. "No sabíamos hasta dónde iba a llegar esa situación", reconoce.
La primera ola fue la peor para estos profesionales, porque, además de ser "muy agresiva, rápida, corta y contundente", les cogió por sorpresa.
La incertidumbre y el desconocimiento del virus "pesaban mucho" y fue un periodo "de mucho desgaste, porque el trabajo era muy superior al habitual y la plantilla era la que había", añade.
"Todo el mundo sufrió mucho por los pacientes y sus familias", pero también por el riesgo de contagiar a familiares propios.
Solo un sanitario resultó contagiado en la UCI, en la que se siguieron "muy estrictamente todas las normas de aislamiento y de protección".
El trabajo se alargó durante tres años, entre unas olas y otras, y "todo eso deja una factura" en el personal.
Lo peor: ver morir solo a alguien
Para las familias también fue "muy duro", porque al principio había que informarlas telefónicamente al no permitirse las visitas.
La enfermera Marina González y la auxiliar Guadalupe Vizcaya, ambas voluntarias para enfrentarse al covid desde la UCI de Valdecilla, recuerdan que hubo que ir "adaptándose día a día".
"Lo más complicado fue ver morir a gente sola", lamenta la auxiliar, al igual que su compañera: "Que no pudiesen despedirse o acompañar a sus familiares o decirles que les íbamos a entubar y que no supiesen de qué les estabas hablando... era lo más duro".
A pesar de que "al principio fue un poco caos", ambas recuerdan momentos "muy satisfactorios", como cuando Paulino, paciente de 71 años que llevaba tres meses en la UCI, pudo volver a ver la luz del sol desde una terraza del hospital santanderino, comienzo de una iniciativa que se hace hoy en día en casos de larga estancia.
La vacuna sacó del atolladero
Marcos López Hoyos, jefe del servicio de Inmunología de Valdecilla, recuerda la llegada del covid como "una debacle" que movilizó a todos los hospitales.
En Valdecilla se montó un nuevo laboratorio con especialistas en PCR para ayudar al Servicio de Microbiología, una de las experiencia más gratas de su carrera profesional, asegura.
Era una infección de la que sabían "muy poco". "Después se ha demostrado que no era todo tan nuevo, que todo tenía su razonamiento y que sigue las reglas de cualquier respuesta humanitaria frente a un virus con pequeñas peculiaridades", añade.
Según López Hoyos, la pandemia dejó varias lecciones: la importancia de la mascarilla, sobre todo en hospitales, y también que la investigación y las vacunas "fueron claves para salir del atolladero".
"Tengámoslo en cuenta en el futuro", pide quien era en ese momento el presidente de los inmunólogos españoles, que augura más pandemias, por lo que aboga por la planificación, una idea común entre los profesionales.
Hubo que reinventarse
La covid-19 también supuso una revolución digital: desde la apertura de la línea telefónica 900 o los 'coroautos', hasta la emisión -en 700.000 ocasiones- del ansiado 'certificado covid' y la implementación de múltiples aplicaciones que facilitaron, entre otras cosas, la vacunación a miles de personas.
El equipo tecnológico del Servicio Cántabro de Salud tuvo que reinventarse y poner en funcionamiento una lista de aplicaciones para dar cobertura a toda la comunidad.
La subdirectora de Transformación Digital, Rocío Montalbán, destaca, entre otros hitos, la realización de más de 3.000 pruebas PCR al día, con otros tantos mensajes en menos de doce horas para informar del resultado.
Una herramienta para trazar contactos de casos positivos, que llevó a aislar barrios. Cuadros de actualización de contagiados y del avance de la vacunación o aplicaciones de gestión interna fueron otras labores de este departamento.
Uno de los momentos más anhelados por los cántabros llevó también firma digital: la llamada del asistente virtual JANO, que concertó más de 300.000 citas para la vacunación en una región que no llega a los 600.000 habitantes. "Era capaz de hacer miles de llamadas simultáneas y nos permitió coger el ritmo", afirma Montalbán.
A su juicio, se ha demostrado que "sin todas estas herramientas, los resultados no hubieran podido ser iguales o, al menos, no al mismo coste".
"Una época de mucho trabajo e intensidad, pero de muchísima satisfacción por los resultados", resume.
Compras en mercados menos conocidos
En la fase más incipiente de la pandemia, otro de los caballos de batalla, fue la compra del material sanitario que necesitaban los profesionales: respiradores, equipos de protección (...).
El entonces jefe de Servicio de Contratación de Infraestructuras de la Gerencia de Servicio Cántabro de Salud, José Antonio Ruiz, hoy subdirector de Contratación y Logística en Valdecilla, tuvo que optar por tramitaciones de emergencia, un mecanismo que ya había usado en alguna ocasión.
Sin embargo, ni la tramitación ni el presupuesto fueron los problemas, sino atender con prontitud las necesidades de los compañeros asistenciales.
Los proveedores habituales de Europa no eran capaces de suministrar todo lo que hacía falta, por lo que Cantabria tuvo que acudir a otros mercados, sobre todo al asiático, que "no era muy conocido".
"Fue un momento muy estresante, pero cuando uno echa la vista atrás, nos tenemos que sentir orgullosos", asegura Ruiz, quien destaca la respuesta solidaria de personas y empresas, así como el compañerismo que hubo entre comunidades autónomas: "No había egoísmos".