Sobre la violencia en los cayucos

La Guardia Civil detuvo hace unos días a los responsables de un cayuco en el que se habían producido situaciones de violencia extrema, e incluso varios asesinatos. No es la primera vez que eso ocurre. A finales del año pasado, siete patrones de un cayuco fueron detenidos por el asesinato de cuatro inmigrantes a bordo de una embarcación que salió de Senegal con rumbo a las islas.

En los dos casos en los que se han detectado situaciones de violencia extrema, los cayucos partieron de Senegal con mucho pasaje a bordo, más de 200 personas. Las víctimas, doce, fueron arrojadas por la borda, después de ser salvajemente golpeadas, entre ellas un bebé de 14 meses. A la madre de ese menor, a quien le arrebataron de sus manos a su hijo para tirarlo al mar, también le mataron a su hermano durante la travesía. La mayor parte de las víctimas procedían de Guinea Conakri o de Gambia. Los responsables, detenidos después de una complicada investigación por lesiones y muertes, son de nacionalidad senegalesa y actuaban armados de machetes y látigos que se tiraban por la borda de las embarcaciones antes de llegar a las islas. El silencio de los pasajeros ante este tipo de acciones ha sido siempre una constante, lo que había impedido avanzar en investigaciones ante la sospecha de violencia. Los pasajeros son amenazados con represalias a sus familiares si cuentan lo que sucedió en el barco. Pero la llegada de un hombre herido con un golpe de machete en la cabeza, obligaron a iniciar contactos con los embarcados que finalmente desvelaron lo que ocurría.

Se trata de una demostración más de lo que pueden afrontar miles de africanos cuando emprenden su viaje a las islas: enfrentarse a la violencia de patrones mafiosos, ser tirados por la borda si amagan con rebelarse, morir ahogados.