Relato de una investigación: el cayuco con destino Canarias que aparece en el Caribe lleno de cadáveres
Una investigación de Associated Press desvela el camino de un grupo de personas que partieron desde Mauritania hacia Canarias en cayuco y sus familias
Renata Brito, la periodista que consiguió rastrear un cayuco perdido
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Las Palmas de Gran Canaria
Que la ruta canaria es la más mortífera del mundo es incuestionable. Fe de ello dan no sólo las oenegés, sino aquellos que afortunadamente consiguen alcanzar la costa a bordo de precarias embarcaciones y atravesando un océano que no siempre les lleva a su destino soñado. Son miles las vidas que cada año se traga el mar en el intento, algunas son lanzadas por la borda de las pateras o cayucos y otras tantas se quedan viajando a la deriva de las embarcaciones sin rumbo encontrándose con la muerte. Es el caso de parte de una expedición de cuarenta y tres personas que en mayo de 2021 llegó a una playa cercana a Trinidad y Tobago, en el Caribe, tras salir meses antes desde Mauritania. Lo que sucedió en esa travesía, quiénes eran y adónde iban lo saben bien dos periodistas de Associated Press.
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Renata Brito y Felipe Dana le han puesto nombre y rostro a aquellos que formaban esta expedición que no llegó a su destino, que era Canarias, y que fue avistada por unos pescadores. El gran estado de descomposición no sólo sacaron del cayuco catorce cádaveres de casi el medio centenar de personas que se subieron a la embarcación, sino también tres cráneos y otros restos humanos en mal estado por culpa de la exposición al sol, a la sal y al agua.
En SER Las Palmas, Brito ha relatado cómo junto a su compañero pudieron conocer los detalles de esta tragedia que le llevó dos años de investigación. Decenas de entrevistas a familiares y amigos, y el rastreo de documentos policiales y pruebas de ADN permitieron a esta pareja armar el puzzle. "Logramos conectar estos puntos y pudimos incluso informar a los propios familiares que sus seres queridos habían fallecido y que así pudieran hacer su duelo", ha señalado esta periodista especializada en temas migratorios. De la mano de Dana, pudo poner nombre a treinta y tres de los cuarenta y tres jóvenes que abordaron la embarcación y que partieron de Senegal, Malí, y de otros lugares del África Occidental rumbo al archipiélago de Canarias.
Un cayuco fantasma que partió desde Mauritania
Los colores y dibujos que decoraban la embarcación fueron otras de las pistas que les permitieron tirar del hilo y ubicar en Mauritania el lugar de salida de este cayuco fantasma. Hasta allí viajaron con los números de teléfono de una de las tarjetas SIM que consiguieron rescatar de uno de los tripulantes. "Por el móvil conseguimos llegar a uno de los familiares de un taxista de Selibaby, que iba a bordo de la barcaza", indica Brito. Las imágenes de las ropas que llevaban algunos de los jóvenes también fueron pistas claves para que sus padres y madres pudieran reconocer a sus hijos, muchos de ellos provenientes de la aldea de Bouroudji.
"A pesar de todas las dificultades de distancia y burocracia logramos realizar la prueba de ADN de un joven, Alassane Saw de 30 años, que tiene su familia en Francia y que permitió que pudiera ser enterrado en Tobago y que descanse en paz", ha señalado esta periodista que además lamenta todas las cortapisas que tanto las autoridades africanas como las caribeñas pusieron durante la investigación. Aunque actualmente no se tienen resultados, Brito agradece que ahora Cruz Roja haya recolectado cincuenta y un muestras de ADN de familiares de veintiséis migrantes y que "esto permita dar más respuestas".
Una historia repetida cerca de El Hierro
A esta tragedia se unen otras tantas como la ocurrida en El Hierro hace un año y que también ha documentado la periodista. El 26 de abril un mercante avistó por casualidad un cayuco a la deriva a más de 500 kilómetros de la isla del Meridiano. Cuando el Ejército del Aire rescató a a los supervivientes no sabía aún que se enfrentaban a la mayor tragedia migratoria de las Islas desde 2009. Veinticuatro cádaveres fueron localizados a bordo de la embarcación de las cincuenta y nueve personas que formaban el grupo. Uno de esos afortunados supervivientes relató que estuvieron veintidós días a la deriva conviviendo con cadáveres en estado de putrefacción, sin agua ni comida y sufriendo episodios de alucinación. "Tuvo mucha suerte porque es un sitio donde no es habitual que pase la Salvamar y afortunadamente un helicóptero del Ejército del Aire los avistó", relata Brito.
El viaje por tres continentes, dos años de trabajo incesante, y la colaboración de los familiares han permitido a esta pareja de periodistas documentar una de las tragedias migratorias más crueles de la ruta canaria.