Papel y pluma, con María Henríquez: propuestas ejercicio 9 y ejercicio 10
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva te proponemos esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear una comunidad de apasionados por la escritura
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Las Palmas de Gran Canaria
Cada jueves en Hoy por hoy Las Palmas con Jonás Oliva, la profesora María Henríquez nos guía en esta sección sobre escritura creativa para que des rienda suelta a tu creatividad sin vergüenza y crear juntos una comunidad de apasionados por la escritura. Puedes escuchar el podcast íntegro en el siguiente enlace y participar en el primer ejercicio que te proponemos en la parte inferior de esta página, enviándonos tu propuesta semanal al whatsapp del programa 607 575 031.
EJERCICIO 10
En este ejercicio te propongo que escribas sobre una habitación especial para ti en la casa de tu infancia. Son varias las maestras de escritura que proponen explorar a fondo toda nuestra casa de la infancia porque es un espacio lleno de historias potenciales, esperando ser escritas.
Esta vez vamos a centrarnos especialmente en las imágenes asociadas a ese espacio, esas fotos mentales que nos evocan una parte (fuera o dentro) de la casa que sigue con nosotros/as de alguna manera. Pero esta vez te propongo que el texto sea un poema. Es interesante experimentar con las imágenes y la forma poética se escribe de una forma distinta. No te preocupes por la rima, la poesía es una forma de escribir con la que también podemos jugar. Los versos pueden ser largos o cortos, no hay normas en ese sentido. El texto tiene que ser evocador para ti, sobre todo.
Proponemos dos formas posibles de abordar la escritura del poema. Puedes escribir en prosa, como siempre, y al terminar observar qué frases/imágenes vas a elegir para colocar en forma de poema. Una vez unidas, ajusta lo que creas que sobra, falta, etc. Otra forma de abordarlo es escribir el poema directamente. En cualquier caso, las imágenes y los detalles que incluyas son muy importantes para poder transportarnos a ese espacio que solo tú conoces.
A continuación, incluyo el poema “El solar de mi infancia” de Dolores Campos-Herrero, como inspiración. Recuerda escribir al menos durante 7 minutos. ¡Que disfrutes la escritura!
El solar de mi infancia
Había de todo
en aquel solar de mi infancia.
Había tejas de un castillo en ruinas,
y una princesa loca que nunca quiso
enseñarme la cara.
Y había botellas sin genios dentro,
con el cuello maltratado por antiguas
riñas. El dios Baco hecho añicos, olores
apenas soportables, rastros de vino
de rojo carmesí.
Había redes con un acertijo de salitre
y mujeres que por las tardes remendaban
la suerte de una buena marea.
Estaba aquel dibujo diligente
y las barcas a oscuras y a lo lejos
zarandeando las olas de un vals
que bailaba el viento.
Y allí, en mi casa, entre las páginas
de un libro, como quien marca
el capítulo quinto o el sexto,
la mañana azul y deslumbrante.
Dolores Campos-Herrero, El libro de las horas y los días.
PROPUESTAS DE LOS OYENTES AL EJERCICIO 9
La luz del sol se cuela entre las rendijas de la persiana, creando un particular juego de luces y sombras. Infinitas motas de polvo danzan al capricho de la leve brisa que refresca la habitación. Su mirada, acuosa y velada por la morfina, adivina en la hipnótica danza la forma de un Ave Fénix. El vozarrón de la auxiliar del turno de tarde lo sacó de su ensoñación: ¡¡Pues como me gane la cesta no dejo ni que huela el jamón, ¿qué se va a creer esa?!!; soltó al grito pelado a su compañera mientras repartían la merienda y la medicación de la cena. Su debilidad no le impidió indignarse por la falta de cuidado de quienes estaban para cuidar, tampoco le impidió darse cuenta de que el tiempo corría de manera inexorable. Sentía que los aliens, como solía referirse al avance de la enfermedad, lo invadían triturando toda esperanza de más abrazos y nuevos. Volvió a adormecerse. El Ave Fenix danzó de nuevo ante la veladura de sus ojos invitándolo a danzar con él, lejos, muy lejos, fuera de aquella habitación, camino del sol.
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Vivir o morir este día
Apenas asomaban los primeros rayos de luz por el horizonte cuando mis padres fueron atacados y muertos por leones de las montañas. Sólo tuvieron tiempo de ponerme a salvo en un agujero donde apenas entraba una criatura tan pequeña como yo antes de enfrentarse a semejantes bestias. Sin esperanzas de sobrevivir, y ellos lo sabían. De eso, hace ya 15 años, y aún tengo esa pesadilla cada noche. Fue el aleteo de algún ave luchando contra el viento lo que me saco de la pesadilla. Era muy temprano aún. Los rescoldos de la hoguera todavía palpitaban emanando un tibio y confortante calor. Los restos de mi cena de la noche anterior aún estaban ahí. Trozos de jamón ya triturados que se me antojaban muy apetitosos para desayunar. Pero no tenía tiempo que perder. Cuando el desierto habla, hay que oírlo. No hay muchas oportunidades en un entorno tan hostil. Así que el viento, significaba una oportunidad de conseguir comida, y no puedo desaprovecharla. Me levanto y comienzo a pertrecharme. Siempre estoy inquieto antes de una cacería. Se me da bien rastrear, emboscar y correr tras las presas. Pero cazo solo, vivo solo. Y eso, es peligroso. Ahí fuera, el viento sigue aullando. El velo de arena que levanta difuminará mi silueta. El incesante silbido amortiguará mis pisadas permitiéndome aproximarme los suficiente a mis presas. Es un juego de vida o muerte, quizás, yo también esté siendo acechado por algún depredador. Empieza la cacería. Ahora, no hay lugar para otra cosa que no sea la supervivencia. Ahora, sólo existe vivir o morir en este día.
Chano Gómez
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Una luz cegadora me hizo cerrar los ojos. Pasado un tiempo, los fui abriendo despacio; mi sorpresa fue grande, estaba sentada en un banco de un parque desconocido. Pensé, ¿habré atravesado el túnel del tiempo? A mi lado, un señor de avanzada edad miraba fijamente a un ave que picoteaba una loncha de jamón. El señor parecía no haberse dado cuenta de mi presencia. De repente, siento un estruendo; vuelvo la cabeza y veo una trituradora que se llevaba todo el parque por delante, devorándolo a su paso. Mi primer impulso fue echarme a correr; en eso, el señor me cogió de la mano y me dijo: no lo haga, la trituradora la alcanzará, espere a que el ave levante el vuelo y váyase con ella, ¡pero si yo no sé volar! Confíe en mí, dese prisa. Como no tenía más opciones me puse al lado del pájaro y empecé a mover los brazos. Ante mi asombro, ¡volaba! pero me duró poco la emoción, enseguida empecé a descender. Cerré otra vez los ojos para no ver el castañetazo que me iba a dar, cuando los abrí estaba sentada en el sillón de mi casa, ¿me habría quedado dormida y fue una pesadilla? Lo cierto es que me dolían los brazos y tenía una pluma en la cabeza.
Mariadel
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La luz rojo magenta escupida en forma de rayo por una tormenta solar, corría por el universo siguiendo las leyes del espacio-tiempo. De repente, del planeta Venus saltó una serpiente de cascabel con plumas de color verde iridiscente y rojo carmesí dorado, que se montó a lomos de la radiación solar desviando su rumbo hacia la Tierra, exactamente hacia el sureste de una isla situada a unos cien kilómetros al noroeste del continente africano. Desde el Centro Espacial de Canarias en San Bartolomé de Tirajana, informaron que el extraño animal era un Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, que se dirigía hacia una granja en la Villa de Ingenio (Gran Canaria). La NASA emitió un comunicado reconociendo que el olor de un buen jamón de cochino negro canario es capaz de triturar hasta las leyes de la Física.
Antonio Castellano
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Aquella noche
Aquella luz al fondo del camino se hacía más intensa en las tinieblas de la noche. Juan caminaba solo desde Santa Brígida a Telde. Algo temeroso pues se acercaba Al Llano de Las Brujas y era noche de San Juan. Un ave negra acompañaba su soledad y agradecido compartió con ella el jamón del morral. Largo tiempo anduvo sintiendo que no avanzaba. Al llegar al temido Llano su candil se apagó y unas voces de mujer le decía: Si quieres llegar a tu destino desnúdate y ponte los calzoncillos al revés. Todo el temblaba pero presto obedeció al tiempo que sentía que una hoguera se encendía y a su alrededor danzaban con frenesí un grupo de mujeres desnudas, de cabello largo y placidez en el rostro. Sin duda estas son las brujas de las que mi abuela. Al intentar correr sus huesos crujieron y un profundo sueño se apoderó de él cayendo al suelo. Al despertar semi desnudo sólo tenía puestos sus calzoncillos al revés. En el suelo múltiples pisadas marcaban un perfecto círculo y dentro otro más pequeño hecho con sus pies. Supo que se había pasado toda la noche caminando en círculo cuando pensaba que estaba llegando a Telde.
Loly V T
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La luz solar llegó hasta el jardín donde dormían las aves del paraíso, una a una fueron desplegando como un abanico sus delicadas hojas naranjas siguiendo al sol. Gara se paró fascinada a contemplar la danza, de una flor que abría sus hojitas al sol. Apenas tuvo tiempo de gritar ¡el jamón! ¡el jamón! Cuando veloz como un rayo corría Maruchi, su perrita, que desapareció entre los arbustos. Un grro, crrross trooom…muy intenso se escuchó en el silencio de la mañana en el parral y entre el negro picón, el canelo oscuro de un retorcido tronco centenario, debajo de la enramada de hojas verdes y doradas de la parra centenaria, brillaban unos blancos dientes que trituraban el hueso de jamón.
María del Val Crespo Ares
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Placeres
La luz iluminaba la habitación a través de la cristalera. Estaba sentada mirando el precioso día de otoño, observando como las aves surcaban el cielo azul intenso. Lo hacían en bandadas formando una uve perfecta, como en las ilustraciones de los cuentos. Mientras miraba por el ventanal, comía jamón y bebía una copa de vino. Dejaba pasar el tiempo pensando que ese momento debería durar eternamente, no terminar nunca. Esperaba que no llegara el lunes para no tener que correr para llegar al tren, que como cada mañana la dejaría en el trabajo. Cuando estuviera sentada en esa oficina triste y gris, esperaba no tener que volver a sentirse como el papel que se tritura en la máquina destructora del despacho. Ese despacho sin ventanas, sin sol, sin pájaros surcando el cielo azul y sin vino. Pero por un momento paro su mente y regresó a lo que estaba viviendo, al ahora, al placer de lo pequeño que si te paras se hace muy grande. Sentir el sol en su cara, cerrar los ojos, saborear el líquido granate y ver como de pronto un estornino se estampa contra la cristalera de su ventanal y el ahora se termina, su corazón se para.