Sobre los contenedores palmeros
Santa Cruz de Tenerife
Parte de los palmeros afectados por el volcán han rechazado irse a vivir a los contenedores montados por el Gobierno de Canarias para acogerles. Se quejan, con razón, de que la solución ha llegado tarde y mal, y denuncian la multiplicación exponencial del precio pagado por la Consejería por unos contenedores que no debieran costar ni siquiera una mínima parte de lo desembolsado. En la práctica, el Gobierno ha pagado por cada contenedor algo más de sesenta mil euros. Sesenta mil pavos por una instalación consistente en una alargada caja metálica acristalada en su lado más estrecho, con una superficie total de entre 50 y 60 metros cuadrados, forrado interiormente con cartón prensado, y con una pequeña cocina y dos o tres estancias. La visita organizada para que los vecinos conocieran las instalaciones acabó estilo remordimiento, y con la gente bastante cabreada.
Tienen razón los vecinos de Los Llanos, los primeros a los que se ha intentado endosar el formato. No porque los contenedores sean indignos: probablemente muchas personas estarían contentas de vivir en esa instalación, en un entorno mejor que el de un hotel ya saturado y con sus instalaciones pauperizadas por un año de uso residencial y no turístico. Supongo que lo que indigna a los vecinos es que –habiendo pasado ya más de un año desde los primeros estragos causados por la erupción- las soluciones que plantea la Administración sigan estando marcadas por la más que evidente rémora de la provisionalidad. Aceptar incorporarse a la solución propuesta por la Consejería de Obras Públicas y Viviendas supone aceptar una interinidad doméstica de largo recorrido, duradera. Y los palmeros lo saben. Y no es eso lo que quieren. Quieren poder mudarse a domicilios estables con un mínimo de calidad de vida, en lugares donde puedan llevar una vida similar a la que perdieron.
Las administraciones española y canaria se están cubriendo de gloria en La Palma. En una situación de urgencia dilatada y de necesidad de mucha atención, los políticos han dejado de acudir a hacerse las fotos por la isla, y ni cumplen los compromisos contraídos, ni mantienen su palabra dada a los palmeros. Y a quien protesta o se queja por la desatención o el desprecio, se le acusa públicamente de dejarse manipular por los partidos de la oposición. Si esto sigue así, en La Palma va a estallar muy prono otro volcán.