Imperdonable pinchazo del Sporting, que frustra su remontada
El equipo rojiblanco fue incapaz de ganarle al Eibar, que jugó con diez casi toda la segunda parte, y el empate a cero boicotea su temporada
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Nico Serrano protege un baló durante el Sporting-Eibar. / LaLiga
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Gijón
Asumir, a 8 de febrero, que la temporada del Sporting está vista para sentencia (salvo remontada épica) es duro pero, seguramente, realista. La ilusión es lo último que se pierde pero ese empieza a ser el principal y casi único argumento para creer que el equipo gijonés puede acabar enganchado a la parte alta de la tabla. El problema son los números, con unas diferencias ya difícilmente remontables, pero también las sensaciones. Porque el equipo da lo que tiene pero lo que tiene da para lo que da. El imperdonable pinchazo ante un pobre Eibar, que jugó casi toda la segunda parte con diez, echa por tierra buena parte de las opciones de remontada. Porque ya no es que el Sporting no fuera capaz de hacerle un gol al Eibar: es que apenas le generó ocasiones, más allá de un arreón final insuficiente. Solo un milagro futbolístico podría arreglar una temporada que se ha estropeado con una caída estrepitosa entre noviembre y diciembre. Para cuando el club reaccionó con los fichajes ya era demasiado tarde. Y encima con un enemigo con el que no se contaba: su propio estadio. El estado del césped de El Molinón es cada día peor y eso condicionó, seguramente mucho, el partido contra el Eibar, aunque no justifica lo poco que hizo el Sporting en superioridad.
El partido fue duro de ver, con muy poco nivel futbolístico, y si acaso algo de emoción al final. Únicamente hubo algunas ráfagas de buen juego cuando el Sporting apostaba por el fútbol asociativo, porque mimbres tenía para ello en el campo, con Gelabert, Dubasin, Nacho Méndez o Campuzano. Pero bien por las dudas o bien por el mal estado del terreno de juego, el equipo de Albés se condenó a tirar de pelotazos y fútbol directo. Era una batalla perdida; en ese ecesnario se manejaba mucho mejor el Eibar. Así que la situación era envenenada: si el plan de partido era, aparentemente inviable. Siendo conocedor de esa situación, ¿podría haber planteado Albés el partido de otra manera? ¿Podría haber buscado, por ejemplo, la titularidad de Cote y Caicedo para jugar a otra cosa? Pero, si el entrenador entiende que Caicedo no da el nivel más que para situaciones a la desesperada, ¿debe condicionarse tanto el equipo a los imponderables?
La realidad es que el equipo se bloqueó ante el escenario. Tras una primera parte equilibrada pero de ligero dominio rojiblanco, todo saltó por los aires. No es que el Sporting diera una exhibición en la primera parte, pero al menos acarició el gol en una falta lateral de Gelabert y en un disparo de Dubasin, tras una pared con Nacho Méndez. Resolvió bien ambas acciones Magunagoitia.
Sin embargo, la segunda parte fue un disparate. El equipo salió al campo con una empanada monumental, cargado de dudas, que ya pusieron nervioso a El Molinón incluso antes de que, a los seis minutos de la reanudación, el Eibar se quedara con diez por la segunda amarilla a Carrillo.
A partir de ahí, un absoluto quiero y no puedo por parte del equipo gijonés. El Eibar defendió bien, pero es que además se plantaba incluso con cierta comodidad cerca del área rival. Y el Sporting, nulo en ataque; solo un disparo desviado de Guille Rosas tras un taconazo de Dubasin.
Albés, tardón en los cambios, acabó rindiéndose a la evidencia y sacó a Cote, pero no al único delantero que tiene como recambio y que, sobre el papel, era quien tendría que haber rematado los centros desde la izquierda. Diez minutos más tardó en saltar al terreno de juego el fichaje más decepcionante de la temporada. Solo un arranque de orgullo al final, espoleado por El Molinón, permitió al Sporting generar algo de peligro en los últimos minutos: un centro peligroso de Cote, una acción en la que se reclamó penalti sobre Dubasin y un remate de cabeza de Dotor. La decepción estuvo a punto de ser aún mayor, pero Guille Rosas sacó un balón sobre la línea para evitar el gol del Eibar y la catástrofe definitiva.
Los sportinguistas salieron de El Molinón con la sensación de que, empezando febrero, este cuento se acabó. Porque para pelear por algo el equipo debería ganar sin interrupción. Y, visto lo visto, no tiene pinta.
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David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...