Fútbol

El Sporting empata en Albacete un partido que debió ganar y que pudo perder

Los rojiblancos dejan escapar dos puntos (3-3) en un encuentro en el que, a los ocho minutos, vencían por 0-2

Rubén Albés trata de despejar el balón en el 1-2 del Albacete. / LaLiga

Rubén Albés trata de despejar el balón en el 1-2 del Albacete.

Gijón

¿Es bueno o malo el punto sumado por el Sporting en Albacete? Si nos atenemos a la famosa media inglesa, empatar fuera de casa después de haber ganado en casa es un resultado positivo. Si contextualizamos que a los ocho minutos el Sporting, con dos zarpazos, ganaba 0-2, el punto es francamente malo. Valorando el nefasto partido (dantesco por momentos) que hizo el equipo en el Carlos Belmonte, el punto tiene un valor enorme. Viendo dos horas después al Granada perder en casa con el Levante y pensar que de haber atado la victoria el Sporting hoy estaría segundo, da más rabia.

El partido recordó a los que protagonizó durante muchas temporadas el Sporting en Segunda, aquellos choques infames fuera de casa en los que se veía imposible rascar algo. En esto último precisamente radicó la diferencia: aún jugando tan mal, esta vez el equipo gijonés logró rascar un punto, esta vez con la suerte y el VAR de cara. El arbitraje, que tantos reproches ha generado esta temporada al sportinguismo, fue esta vez un aliado.

Pocas veces se encontrará el Sporting un escenario tan favorable: a los ocho minutos ya ganaba 0-2. Apenas se puede valorar el juego en ese tramo porque casi todo fueron goles y celebraciones. Dos zarpazos, una muestra de calidad de un entonado Víctor Campuzano, a la media vuelta, con un defensa encima y por la escuadra, y una falta de Juan Otero que evitó la barrera y entró por donde el portero no podía llegar; así se fraguó una ventaja que el equipo de Albés no supo gestionar ni aprovechar.

Desnortado, roto en defensa y aparentemente agotado, el Sporting reculó en exceso. Una cosa es regular esfuerzos y otra agazaparse y empequeñecerse de aquella manera. No hubiera sido extraño que el Albacete, en lugar de tres, acabara marcando seis goles. Campuzano salvó un remate sobre la línea y Rubén Yáñez voló para evitar el gol de cabeza de Agus Medina. Erró sin embargo el portero en el minuto 42, al tratar de imponer su salida de puños al remate de cabeza de Quiles. El marcador se apretaba.

Amagó el Sporting con reaccionar a la salida del descanso. Campuzano tuvo un mano a mano con el portero del Albacete y un disparo de Gaspar acabó en córner. Pero el equipo local volvió a ser dueño y señor. El Sporting se embarullaba en la salida de balón, era incapaz de salir de su campo y, ni siquiera con semejante autobús, el Sporting defendía bien. La defensa era un coladero, con Diego Sánchez tratando de arreglar los errores de sus compañeros. Cote no era ni su sombra, Olaetxea se dejaba superar extrañamente y el cambio de Maras por Rober Pier no hizo más que empeorar las cosas. Yáñez hizo un par de paradas de mérito antes de que el Albacete marcara el empate. El VAR, esta vez, fue un amigo: no es de extrañar que en Albacete estén enfadados por la anulación de un gol por unas imágenes que no demuestran nada. Los medios que se usan para rearbitrar la Segunda División son propios de una competición local de una república bananera. Esta vez para el Sporting fue un alivio.

El Albacete no se vino abajo. Y el Sporting tampoco hizo lo contrario. Riki marcaba el 2-2 en una jugada revisada también por un posible fuera de juego. Y no se conformaron los locales, que tenían al equipo gijonés como un pelele. Perdonó Meléndez el 3-2 tras irse de Olaetxea. Yáñez realizó un paradón a un remate de Morci que Róber Pier no acertó a despejar. Se veía venir el tercer gol manchego, pero para sorpresa de todos llegó en la otra portería: tratando de despejar, Jon García marcó en propia meta un centro de Caicedo, que parece mejor centrador que rematador.

El 2-3 hubiera sido un marcador magnífico, aunque fuera injusto. Pero todo sportinguista intuía que aquello no iba a acabar así. Se cumplió: Róber Pier no escuchó a Yáñez, que salía con todo de cara para despejar un balón, y el toque del defensa rojiblanco le facilitó el gol a Fidel en el minuto 90.

3-3. Y gracias, porque todo apuntaba a que en los diez minutos de añadido la caricatura de equipo que era el Sporting iba a encajar algún gol más. Visto lo visto, el punto sabe a gloria. Y, visto lo visto, a Rubén Albés le queda mucho por mejorar a este equipo, especialmente en una defensa que, no nos engañemos, sigue echando de menos a Insua. Aunque, a pesar de la falta de delanteros goleadores, el equipo sigue compensando ese déficit con unos buenos números en ataque. La situación clasificatoria buena, pero el partido de Albacete fue un claro borrón.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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