Derecho a equivocarse
El comentario de Ana Castaño en 'La Ventana de Asturias' (01/07/22)
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Asturias
Con motivo de la emisión de una serie dedicada a los borbones nos ha bombardeado con información sobre estos. Hace unos días un grupo de tertulianos elogiaba el papel de la reina Letizia al haber impuesto un “cordón sanitario” frente a una parte de la familia y haber alejado al actual rey del estilo de vida de su padre.
Quizá sean ciertas estas afirmaciones, pero cuando las escuchaba me preguntaba, si quienes hablaban así eran conscientes de lo que ellas ponían de manifiesto. En nuestro país, la ejemplaridad y buen hacer de la jefatura del estado está condicionada directamente por la persona a la que le corresponde por nacimiento. Si se trata de una persona íntegra, responsable y cultivada las cosas pueden ir razonablemente bien; pero, aunque no fuera tal, y estuviéramos ante una persona de escasa inteligencia, soberbia o de conducta reprochable daría lo mismo seguiría siendo la máxima autoridad del estado.
Vistas así las cosas debo manifestar mi indiferencia cuando los defensores de la institución insisten una y otra vez en la esmerada formación del actual rey, en su conducta ejemplar -tiene su aquel que se elogie al actual monarca por algo que también hacemos millones de españoles que es llevar una vida de acuerdo con la ley- o cuando se orquestan campañas para presentar a la heredera como una joven de especial talento. Les confieso que el recuerdo de las alabanzas que hace años dedicaban a Juan Carlos I, los que ya entonces conocían sus desmanes, hace que desconfíe de lo que ahora nos cuentan.
Leonor de Borbón, además de espigada, rubísima y de larguísima melena todo ello a la vista, puede ser inteligente, trabajadora, responsable pero es anecdótico, porque para ocupar el puesto al que está destinada, solo ha precisado nacer en determinada familia.
A estas alturas del comentario ya se habrán dado cuenta de que están escuchando a un firme defensora de la república como forma de gobierno, en ella es la ciudadanía la que elige a la máxima autoridad del estado y la que tiene derecho incluso a equivocarse en su elección.