De Ucrania a Tarazona: los dos años de Natalia a orillas del Queiles
Se cumplen dos años de la invasión de Ucrania por Rusia. Más de 1.000 llegaron como refugiados a Aragón y muchos de ellos aquí siguen. Es el caso de Natalia Pilia
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La historia de Natalia Pilia, periodista ucraniana afincada en Tarazona - Hora 14 Aragón (24/02/2024)
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Zaragoza
"Hace dos años me trajeron a Tarazona unos voluntarios, veníamos de Polonia, de un campo de distribución de refugiados. Llegué a Tarazona de casualidad pero ahora esta ciudad se ha convertido en mi ciudad natal". La historia de Natalia Pilia es como la de tantos otros de sus compatriotas que pudieron huir de su país, cuando Rusia invadió Ucrania hace dos años. Y a orillas del río Queiles sigue viviendo. Al Seminario de Tarazona llegaron 350 refugiados.
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Dos años después, Natalia, que era periodista en su país, mira hacia el futuro. "Ya tengo un año de experiencia laboral oficial y ahora estoy estudiando en la escuela de adultos y tengo previsto aprobar el examen de Educación Secundaria Obligatoria en verano". Además, el verano pasado "realicé cursos profesionales de Marketing y ahora en marzo estoy terminando cursos profesionales de atención sociosanitaria a personas dependientes en residencias".
Su familia
Su hija vive con ella. Es pianista, estudiante, hará un master y obtendrá su diploma este verano. Su marido sigue en Ucrania. "Por desgracia, no puede venir con nosotras mientras la frontera esté cerrada para todos los hombres en edad de reclutamiento, de 18 a 60 años. Nos comunicamos por videollamada, y cuando lloro me dice que debería alegrarme de que esté vivo y de que mi hija y yo estemos a salvo".
Su casa está a 50 kilómetros de la línea del frente y a 50 kilómetros de una central nuclear. Su padre tiene casi 80 años y "vive en un pueblo muy pequeño, lejos de todas las grandes ciudades; a su casa no llegan ni bombas ni alarmas pero ahí la conexión telefónica es muy mala y rara vez puedo comunicarme con él".
Natalia se siente afortunada. A los dos meses encontró trabajo y no se ha encontrado con ningún problema burocrático reseñable. Cuenta con protección temporal y tarjeta sanitaria, y lo más difícil es conseguir la convalidación del carnet de conducir. Su hija está tramitando la homologación de su título de educación superior.
Amigos
Una de sus barreras ha sido el idioma y ha interrumpido su profesión: periodista, aunque mantiene su vocación. En este camino emprendido en España se ha ido encontrando con amigos. "Todos mis éxitos en la adaptación durante estos dos años ocurrieron solo gracias a la ayuda de quienes conocí en España; no escatimaron tiempo, fueron pacientes y se convirtieron en mis amigos".
"Me gustaría dar las gracias a Mari Carmen, profesora y amiga mía" porque "gracias a sus consejos y apoyo estoy alquilando un piso, recibiendo una educación y construyendo mi nueva vida". Además, agradece al personal de ACCEM toda la ayuda que le han ofrecido.
Larga guerra
Cuando echa la vista atrás, "durante el primer año, esperábamos que la guerra terminara pronto". Sin embargo, "ahora nos hemos dado cuenta de que la guerra durará mucho tiempo, tal vez años, tal vez una década, y nunca habrá paz en las regiones fronterizas".
La "esperanza", dice, "ha desaparecido". Y recuerda que la ayuda económica de otros países se ha debilitado. Aún así, "tenemos coraje y resistencia; estamos haciendo todo lo posible para sobrevivir y llevar la paz a nuestros hogares y familiares".