"Los niños no son testigos, también son víctimas directas de la violencia de género"
Tras el asesinato de Mari Carmen en Villanueva de Gállego ante su hijo de seis años, analizamos con un sicólogo especializado en víctimas de violencia de género el grave impacto que provoca en los niños vivir en medio de estas situaciones
Los menores que conviven en situaciones de violencia de género sufren consecuencias a largo plazo / Geoffroy Van Der Hasselt. (AFP (Getty Images))
Zaragoza
El caso de Villanueva de Gállego no tiene una sola víctima. Son dos, Mari Carmen y su hijo de seis años, porque casos como este destapan las graves consecuencias que el menor sufre no solo al presenciar el asesinato de su madre, también cuando convive en una situación de violencia.
Al contarles la información, la fórmula periodística más utilizada habla de un menor que presencia los hechos, pero la realidad tiene un largo y pernicioso recorrido para el testigo que, en realidad, se convierte en una víctima con mayúsculas. Así lo explica el psicólogo especializado en víctimas de violencia de género, Antonio Lorente, habituado a trabajar con estos niños que crecen en entornos con este problema, "es una víctima directa del acto violento, incluso si no está en la escena, porque este hombre ataca a lo más íntimo de este niño: su madre".
Porque "para un niño sus padres son sus figuras de identificación, son su mundo, cuando tu padre agrede a tu madre esa seguridad básica que los niños tienen que tener en su desarrollo cae de una manera radical, una caída de ese vínculo que deja al niño en total indefensión, en una situación de desamparo vital donde la confianza básica se ve rota".
Por tanto, "las consecuencias pueden ser catastróficas para el menor". Ratifica Lorente que el desarrollo, en casos como este con un menor de 6 años, se produzca de manera anormal porque la violencia altera una convivencia normal en la que se ven involucrados todos los miembros de la unidad familiar. Sin una ayuda profesional correcta, después de presenciar el asesinato, toda su actividad social puede saltar por los aires.
El desenlace de Villanueva es llevar este situación al extremo. Pero el solo hecho de crecer en un ambiente donde se produce violencia de género pasa factura a los pequeños. "A largo plazo las consecuencias, tanto a nivel neurológico, porque estamos hablando de un sujeto en construcción, como fisiológico, conductual y social puede acarrear apegos inseguros, sensación de abandono emocional, impotencia, dificultades para establecer vínculos de confianza con los otros..." Afecciones que se extienden a todas las áreas de su vida, "a nivel familiar, de grupos de amigos, de grupos de pares, a nivel de desarrollo incluso académico", relata el sicólogo.
Hay que recordar que, a pesar de que la mujer retire la denuncia contra su agresor, el sistema viogén sigue manteniendo y trabajando con los hijos. Este es uno de los avances de los últimos años que han sacado del segundo plano a los niños que también acaban siendo víctimas. "Si se está inmerso en un vínculo de violencia hacia la madre se está también ejerciendo una violencia hacia el hijo o la hija. Ha habido desarrollos legales en los últimos años para poner a los menores en una situación de prioridad", apunta el sicólogo.
Medidas que tratan de poner el acento en las víctimas muchas veces invisibles de la violencia de género.
