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Refugiada en Navidad: cuando la tecnología no sustituye a los abrazos

Una hondureña, con asilo en Zaragoza, relata cómo se viven estos días lejos de casa

Hulda Morales en los estudios de Radio Zaragoza / Cadena SER-Radio

Hulda Morales en los estudios de Radio Zaragoza

Zaragoza

Hulda Morales es refugiada en Zaragoza. Y esta será su cuarta Navidad lejos de casa, pero como ella dice, es "como si fuera la primera". Hace tres años tuvo que huir de su país, Honduras, porque estaba en peligro de muerte. De profesión auditora de cuentas, sabía demasiado de los números de su propia Administración y cuando eso ya había provocado el asesinato de tres compañeros de su departamento, no le quedó otra que hacer las maletas y escapar. En su país dejó a su madre y dos hijos que ni siquiera pueden utilizar su apellido por miedo, y cuya separación, ahora en estas fechas, resulta especialmente dolorosa.

"Trato de pasarlo en casa, con mis compañeras de piso, pero ya nada es igual". Y cuando lo dice, a Hulda se le arrasan los ojos. "Este es el mes más difícil para los emigrados como yo, cuando se siente de forma más dura lo que es estar lejos de casa". Asegura que no sirve la tecnología para sustituir los abrazos y por eso evita, en estos días, las llamadas porque "me hace sentir más sola".

Ser emigrante te cierra puertas para alquilar un piso

Hulda comparte vivienda en Zaragoza con dos emigradas como ella. Ecuatoriana y rusa, nacionalidades distintas y costumbres distintas, forman su particular portal de Belén y como a los protagonistas de la historia de esta Nochebuena, a ellas también les han dado muchos portazos en muchas viviendas que podían haber sido su posada. "Tengo nómina, papeles y todo en regla, e incluso pagaba el anticipo, pero cuando ven que eres latina no te quieren alquilar el piso" nos cuenta entristecida y sin comprender por qué. "Es inexplicable lo que se siente", confiesa.

La Nochebuena, cuenta Hulda, en Honduras es tremendamente familiar como aquí, pero más social, más en la calle. "Aquí se reúnen en los pisos y se encierran, nos dice, pero allí salimos con los vecinos y también lo celebramos en la calle". En Tegucigalpa, explica, se cena a las ocho de la tarde y en todas las casas hay música. "Todos corren hacia sus casas para que a las 12h se dan todos un abrazo con la familia", y cuando lo cuenta se vuelve a emocionar. Esta Nochebuena la celebrará con sus compañeras de piso, una nueva familia recién formada en tierras aragonesas.

En Zaragoza, Hulda trabaja en una empresa en Cadrete y ha conseguido, por fin, los papeles de asilo que la reconocen como refugiada. En su Nochebuena hondureña, también hay regalos. Los entrega Santa Claus, pero cuando le preguntas qué les regalaría a sus hijos de tenerlos cerca, responde rápido: "no hay nada material que les pueda regalar" y sin decirlo, se refiere a su presencia ausente que le encantaría fuera ese regalo. Y le regalamos, al menos, el abrazo de la radio, que un día como este, quiere cumplir su función de compañía cercana para quien más la necesita.

 
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