¡Bendita lluvia!

Sevilla

El sevillano está hecho para el calor, no para la lluvia. Somos hijos de la luz, del cielo abierto, de los azules claros. Dos semanas de lluvia nos desestabilizan, nos influyen en el carácter y nos rompen los planes. El paraguas no forma parte de nuestra vida, ese elemento que para su uso algunos tienen que dar un cursillo exprés. Somos de secano, este tiempo nos pone como perros en noche de petardos.

Nos importa poco que Sevilla sea una ciudad a la que la lluvia sienta bien, saque algunos de sus perfiles menos conocidos y aliados de la belleza. Queremos afrontar nuestra vida cotidiana sin pensar en los cielos más que para poner la lavadora y el rato de tender. Tanto tiempo de lluvia, tantos días seguidos de cielos ‘panza de burra’ y tantos zapatos húmedos son de municipios con tejados a dos aguas, no de azoteas con albercas para turistas con la piel salmón.

Agua es lo que hay y agua es lo que viene. Bendita agua que tiene nuestros embalses al 80 por ciento. Agua para el campo, agua que limpia el polvo de las calles y despeja los ambientes. Agua que es vida regalada del cielo. Agua para los cultivos de arroz, agua para potenciar el verde norteño de la Sierra Morena, agua para las marismas del cielo y para asentar los alberos.

El agua de hoy nos permitirá soportar la travesía de nuestros veranos insoportables. El oso se prepara para el invierno. El sevillano para el verano.