El legado de la saga de ceramistas Ruiz de Luna lleva 15 años en un almacén de Málaga sin que exista un proyecto museístico

Málaga

El Ayuntamiento de Málaga gastó en el año 2010 un total de 205.122 euros en adquirir 336 piezas de la prestigiosa saga de ceramistas Ruiz de Luna. La adquisición se realizó a la propietaria de las obras, Amparo Ruíz de Luna, cuyo deseo siempre fue -antes de fallecer- poder ver expuesta la colección en un museo dedicado a la cerámica en la capital malagueña. Se han cumplido 15 años desde que se produjo aquella compra y, a día de hoy, el área de Cultura del consistorio malagueño que dirige la edil María Ana Pineda admite -a preguntas de SER Málaga- que "no hay novedades" y que todas las piezas se encuentran en un almacén del Museo del Patrimonio Municipal (MUPAM), en la Coracha. En fase de estudio hay un proyecto para ver cómo y dónde se puede exponer esta colección de propiedad municipal.

El compromiso de contar con un espacio para mostrar las piezas de los Ruiz de Luna figuraba en los programas electorales del Partido Popular en los años 2003 y 2007; pero tras la compra municipal dejó de aparecer. El PP se comprometieron a exponerlas en un edificio de nueva planta ubicado en la calle Císter, nada de aquello se ha hecho con el paso de los años. Juan Ruiz de Luna Rojas (1863-1945) es, sin duda, la gran figura de la cerámica española del siglo XX. Su gran obra fue la creación del Alfar Nuestra Señora del Prado en Talavera de la Reina (Toledo), en respuesta a su sueño de "hacer resurgir la cerámica artística de Talavera, tan famosa en los siglos XVI y XVII, época de su mayor florecimiento". Tras su clausura, sus hijos Juan, Antonio y Rafael Ruiz de Luna Arroyo, emprendieron caminos independientes estableciendo talleres cerámicos fuera de su localidad natal.

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El vínculo que une a Talavera con Málaga a través del arte de la cerámica comenzó a fraguarse a mediados del siglo pasado, concretamente en el año 1962, cuando Juan Ruiz de Luna Arroyo -uno de los dos hijos del cabeza de familia (el otro era Rafael)- se estableció en territorio malagueño para continuar la labor creativa que aprendió en el taller talaverano que levantó su padre. Los dos hijos de Ruiz de Luna Arroyo -Juan José y Amparo Ruiz de Luna Serrano- encarnaron la tercera generación de la saga de ceramistas, que elevó hasta un cuarto peldaño el sobrino de éstos, Carlos Ruiz de Luna Sánchez.

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Tal como relata en SER Málaga el ceramista José Manuel Leiva "Amparo falleció en el 2015. Ella vendió a la ciudad de Málaga su colección que había heredado de su abuelo: cuadros de cerámica, múltiple documentación; ella soñaba con la existencia de un museo de la cerámica en Málaga, al igual que hay uno, por ejemplo, en Talavera de la Reina, que es un referente cultural. Amparo me decía, con su gracia, que 'se le habían colado' otros museos, y el suyo, que está ya comprado por todos los malagueños continúa almacenados". Solo en febrero de 2016 se realizó una muestra temporal con 60 piezas de esta colección. Después de aquello, nada más.

Entre las 336 piezas destacan muchos elementos: "cartas, lienzos, dibujos, acuarelas, documentos, esculturas, mosaicos, correspondencia con Sorolla, con Belmonte, el abuelo de Amparo era un intelectual y un referente que revolucionó la cultura en Talavera de la Reina. Estamos hablando de posguerra. Hay otro tema: la casa situada en la calle Bodegueros. Podría ser un lugar para ese museo de la cerámica. Es una zona industrial, pero se le daría también un valor cultural a todo ese entorno", explica Leiva en una entrevista concedida a SER Málaga y que ya se puede escuchar la parte superior de esta información.

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"Toda la provincia de Málaga está llena de azulejerías del padre de Amparo y de ella: en Álora, Fuengirola o Benalmádena hay cientos de trabajos en cerámica, tanto de placas en las calles como de rótulos en urbanizaciones. Uno de los referentes es el zócalo de la patrona de Málaga -Santa María de la Victoria-. Los dibujos centrales eran de su padre y Amparo, siendo muy joven, se encargó de la rotulación. Es un arte que se va aprendiendo progresivamente y ahí se llegó a esa unión entre padre e hija. Otro ejemplo lo tenemos con un mosaico en El Cautivo", explica Leiva.