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Arahal y oro verde: Historia e identidad, siglos XIX a XXI (II Parte)

Rafael Martín Martín - Cronista Oficial de la Ciudad de Arahal

Arahal

Seguimos explorando la historia del olivar en nuestra tierra. En la anterior entrega, hablamos de Arahal y el oro verde: historia e identidad hasta el siglo XVIII. Ahora, vamos a centrarnos en cómo evolucionó nuestro sector olivarero desde el siglo XIX hasta la actualidad.

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Rafael Martín Martín, Arahal y oro verde (II Parte)

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Durante muchos años, el control del olivar estuvo en manos de la aristocracia, lo que limitó su crecimiento. Sin embargo, en 1837, con la abolición de los privilegios nobiliarios, el mercado del aceite de oliva cambió por completo. La compraventa de tierras se liberalizó, permitiendo que nuevos propietarios invirtieran en la producción y el comercio del aceite.

Los antiguos latifundios, antes controlados por la nobleza y la Iglesia, pasaron a manos de una nueva burguesía agraria, que modernizó las técnicas de cultivo y expandió el comercio del aceite tanto a nivel nacional como internacional. Gracias a este cambio, mercados como el de Arahal se consolidaron como referentes en la producción y exportación de aceite de oliva.

Jornada sobre los beneficios del aceite de oliva en la vejez

Jornada sobre los beneficios del aceite de oliva en la vejez / Migasa

Jornada sobre los beneficios del aceite de oliva en la vejez

Jornada sobre los beneficios del aceite de oliva en la vejez / Migasa

A partir de mediados del siglo XIX, el sector vivió un gran impulso con la aparición de importantes familias emprendedoras como los Luca de Tena, Ybarra, Carbonell, Camacho y Pallarés. Ellos apostaron por la expansión del comercio, llevando nuestro aceite más allá de las fronteras españolas. A esto se sumó la creciente demanda de aceite de oliva como lubricante en la industria, lo que disparó las exportaciones. De 7.000 Tm que exportaba España en 1860, superó en 1898, las 36.000 toneladas.

Según el artículo "La gran expansión (siglos XVIII-XX)" de Infante Amate y Zambrana Pineda, el consumo de aceite de oliva en España experimentó un notable crecimiento, pasando de siete litros por persona y año en 1860 a más de trece en 1900. Este aumento también se reflejó en localidades como Arahal, donde el consumo pasó de 5.800 arrobas en 1870 a unas 12.000 a finales de siglo, lo que equivalía a un consumo medio por persona de más de siete litros en 1870 y cerca de catorce en 1900.

El incremento en la demanda doméstica de aceite de oliva estuvo estrechamente vinculado a la reducción de su precio, facilitada por el aumento de la producción y la resiliencia del olivar ante las crisis económicas que marcaron los últimos decenios del siglo XIX. Además del consumo alimentario, el aceite de oliva tenía otros usos fundamentales, como así reflejamos en el comentario anterior. En 1900, por ejemplo, se utilizaba como combustible para lámparas en lugar de petróleo, alcanzando un consumo de 50 arrobas anuales entre la población de Arahal.

Por otro lado, los aceites de menor calidad, conocidos como "turbios" por quedar en la base de los depósitos, se destinaban a la fabricación de jabón. Este uso derivó en el establecimiento de varias fábricas de jabón en Arahal, lo que fortaleció la economía local y diversificó los usos del aceite.

El auge del olivar y la producción de aceite de oliva no solo respondió a la creciente demanda, sino también a las transformaciones tecnológicas que permitieron mejorar tanto la productividad como la calidad del producto. La modernización de la agricultura y la introducción de métodos científicos jugaron un papel clave en este desarrollo.

Entre las principales innovaciones implementadas en el olivar durante este período destacaron el avance en la roturación y mejora del suelo, el cambio significativo que experimentó la poda, dado que se implementaron técnicas más sistemáticas, la mejora en la fertilización, dado que se generalizó el uso del estiércol y otros fertilizantes naturales, la priorización del control de plagas y enfermedades, así como innovaciones en la recolección y, como hemos reflejado anteriormente las mejoras en la molienda y producción del aceite, utilizándose prensas hidraúlicas en sustitución de las tradicionales de madera, lo que permitió una mayor extracción de aceite y una mejor calidad del producto final, una innovación que trajo a Arahal el primer emprendedor en la modernización del molino en Arahal fue D. Manuel Arias de Reina Zayas, que adquirió una nueva maquinaria de la marca Cousinou; a ello se unió la nueva política nacional que impulsó aún más el cultivo del olivo, tras la publicación de la Ley de Colonias Agrícolas del 3 de julio de 1868, que eximía de contribuciones territoriales durante un cierto período de tiempo a los nuevos plantíos de olivares y almendros, lo que incentivó el crecimiento del olivar y su mayor diversificación, lo que llevó a la producción de nuevos productos. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, en Arahal se comenzó a destinar una parte de la producción a la aceituna de verdeo, conocida como “ aceituna para comer”, lo que modificó la distribución de la superficie destinada y diversificó las oportunidades económicas para los productor.

Estas técnicas marcaron el inicio de la modernización del olivar, que continuaría evolucionando en los siglos siguientes con la mecanización y la aplicación de la agronomía moderna.

El olivar experimentó un crecimiento sin precedentes en el siglo XIX, llegando a ocupar el 28% de la superficie total del término. A finales de ese siglo, se alcanzaron cerca de diez mil fanegas, de las cuales nueve mil se destinaban a la producción de aceite y mil a la aceituna de mesa. Este fue el mayor crecimiento registrado en la historia del cultivo, prácticamente duplicando el del siglo anterior. Como resultado, la producción de aceite se disparó en Arahal, pasando de 58.296 arrobas a cerca de 100.000 en 1880, según datos de la Guía de Sevilla y provincia de Manuel Gómez Zarzuela.

Las almazaras, que en su mayoría eran pequeñas y pertenecían a los propietarios de olivares, comenzaron a modernizarse con la incorporación de tecnologías como molederos tronco-cónicos, batidoras, prensas hidráulicas y electricidad. Estas innovaciones facilitaron una mayor concentración productiva, aumentaron la capacidad de trabajo y mejoraron significativamente la calidad del aceite.

Almazara de la Huerta de las Monjas, en Arahal

Almazara de la Huerta de las Monjas, en Arahal

Almazara de la Huerta de las Monjas, en Arahal

Almazara de la Huerta de las Monjas, en Arahal

Sin embargo, los últimos años del siglo XIX trajeron consigo una crisis agraria y pecuaria. La competencia de aceites minerales, grasas animales y aceites de semillas redujo los usos industriales del aceite de oliva, afectando gravemente al sector. Esta crisis se prolongó hasta finales de la primera década del siglo XX.

A pesar de las dificultades, el aceite de oliva vivió una época dorada posteriormente. No obstante, en Arahal su impacto fue menor debido al auge de la aceituna de mesa. La superficie dedicada a la aceituna de verdeo superó las once mil fanegas, reduciendo a solo dos mil las destinadas al aceite. Sin embargo, esto no significó un descenso notable en la producción de aceite, ya que la aceituna manzanilla podía utilizarse tanto para mesa como para aceite, llegando en algunos momentos a una producción de 92.000 arrobas, es decir, cerca de un millón doscientos mil kilos.

En la década de 1920, Arahal seguía destacando por su industria aceitera. Con más de 21 fabricantes de aceites finos, la localidad consolidó su prestigio en el sector. Tanto es así que, en 1926, sus aceites fueron exhibidos en un stand destacado durante el Congreso de Oleicultura en Sevilla, captando la atención de la prensa con el artículo La industria del aceite de Arahal, como menciona José Mª Jiménez en su blog De un olivo a otro (2019).

​Fotografía de la citada exposición, obtenida del Blog, De un Olivo a otro.

​Fotografía de la citada exposición, obtenida del Blog, De un Olivo a otro.

​Fotografía de la citada exposición, obtenida del Blog, De un Olivo a otro.

​Fotografía de la citada exposición, obtenida del Blog, De un Olivo a otro.

El aceite siguió desempeñando un papel fundamental tras la Guerra Civil, especialmente durante el período autárquico (1940-1955), conocido como los años del hambre. Su alto valor calórico lo convirtió en un alimento imprescindible dentro de la cartilla de racionamiento, siendo el único producto que permanecnía fijo en las asignaciones semanales, lo que supuso un incremento en torno al 10% de su producción y su consolidación en el mercado nacional.

A nivel internacional, España no logró posicionar marcas propias en el mercado exterior, ya que la exportación de aceite estaba controlada por firmas italianas. Esto llevó a que, durante las décadas de 1960 y 1970, el país se limitara a exportar grandes volúmenes de aceite a granel con destino a Italia, consolidando su rol como la bodega aceitera del país transalpino.

En Arahal, la producción de aceite experimentó un notable descenso en los últimos decenios del siglo XX. De las cifras alcanzadas en la primera mitad del siglo, se redujo prácticamente a la mitad, situándose en unas 43.000 arrobas. Además, la superficie dedicada al olivar para aceite se contrajo a solo 950 fanegas.

Aún continuaban su trabajo importantes molinos de aceite, como así se le llamaba a las almazaras en Arahal, incluso de más de un siglo de existencia, como el molino de Francisco Antequera, en la calle San Roque el de Fernando Gálvez, en el mercadillo de la calle Morón el de Antonio Moreno, en la calle Doña Luisa o el conocido como molino de Satanáas, en la calle Portería , entre otros, que vivieron los últimos momentos de su historia por ese declive de este oro verde, en el que inlfuyeron varios factoes como el auge de la aceituna de mesa, que adquirió una gran relevancia en las últimas décadas del siglo y a principios del XXI, el boom del cultivo de girasol en los años 70 y 80 o el envejecimiento de muchos olivares que se volvían menos productivos,

En los primeros años del siglo XXI, la producción de aceite en Arahal siguió la tendencia a la baja que se había marcado a finales del siglo XX. Entre 2012 y 2015, las cifras oscilaron entre 9.200 y 23.200 arrobas. Sin embargo, a partir de 2015, el sector experimentó un fuerte repunte, alcanzando en la campaña de 2016 las 72.600 arrobas, según el estudio de Mari Carmen López Martín, Análisis estadístico sobre la aceituna de Arahal a nivel provincial y comarcal.

Este crecimiento contrasta con la reducida extensión del olivar destinado a la producción de aceite, que en 2016 rondaba las 1.700 fanegas. Además, el predominiode la variedad manzanilla, conocida por su bajo rendimiento, ha hecho que el porcentaje de extracción de aceite se mantenga en torno al 16,17% en los últimos años de la segunda década del siglo XXI.

A pesar de estos desafíos, Arahal ha logrado consolidar su presencia en el sector oleícola gracias al esfuerzo de empresas como Aceites El Macaco (fundada en 1996), Enoro (con más de 15 años de experiencia) y la Cooperativa La Campiña, que agrupa a más de 350 agricultores. A estas se suman diversas almazaras locales que ponen al mercado nuevas marcas, como Vía Verde, Savia Oliva y Campos de Olivo, que elaboran aceite de oliva virgen extra a partir de pequeñas cosechas de propietarios locales. Estas producciones mantienen un carácter artesanal y de alta calidad, con aceitunas procedentes de olivares tradicionales de las variedades manzanilla, hojiblanca y arbequina, cultivadas por generaciones de agricultores.

​​​​Almazara de Camero en Arahal

​​​​Almazara de Camero en Arahal

​​​​Almazara de Camero en Arahal

​​​​Almazara de Camero en Arahal

Si miramos atrás, podemos ver cómo el aceite de Arahal ha evolucionado notablemente desde el siglo XVI hasta la actualidad. Lo que comenzó como una producción artesanal con lagares rudimentarios se consolidó en el siglo XVIII como una actividad clave en la economía local. Con la Revolución Industrial y los avances en las técnicas agrarias, el sector se modernizó, mejorando los procesos de extracción y molienda. Durante el siglo XX, la mecanización y el auge del cooperativismo impulsaron aún más la producción y comercialización del aceite, aumentando su prestigio no solo en Andalucía, sino en toda España.

Hoy en día, Arahal es un referente en la producción de aceite de oliva virgen extra, logrando un equilibrio entre tradición e innovación. Sus empresas han incorporado tecnología avanzada, prácticas sostenibles y certificaciones de calidad, lo que les ha permitido abrirse paso en mercados internacionales. La evolución del sector en Arahal es un claro ejemplo de cómo la tradición oleícola puede convivir con los retos del siglo XXI.

 

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