Los pensionistas movilizan votos. ¿Y la explotación laboral?
Andalucía, con una economía dependiente del sector servicios y del campo, es el mejor termómetro político para calibrar el respaldo social de la reducción de la jornada laboral y el riesgo de rechazarla
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La Columna de Dani Cela (05/02/25)
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Sevilla
Andalucía, con una economía dependiente del sector servicios y del campo, es el mejor termómetro político para calibrar el respaldo social de la reducción de la jornada laboral y el riesgo de rechazarla
El Gobierno ha dado el primer paso para reducir la jornada laboral a 37 horas y media a la semana, frente a las 40 actuales.
La medida, que afectará a 12 millones de asalariados, entrará en vigor a finales de año si antes logra sortear la carrera de obstáculos en el Congreso.
El PP y Junts no han revelado si apoyarán la norma, pero es probable que el rechazo de la patronal les sirva de cobertura para votar no.
La última vez que el Gobierno limitó la jornada máxima de trabajo, en 1984, la patronal lo recurrió ante el Constitucional alegando que vulneraba el derecho a la negociación colectiva.
Es interesante que, 40 años después, la patronal siga considerando “inconstitucional” la reducción de la jornada laboral por ley y demuestre un renovado entusiasmo por los pactos entre trabajadores y empresarios.
La negociación colectiva ha hecho importantes avances laborales tanto en el sector público como en el privado, donde 6,5 millones de asalariados ya tienen una jornada reducida pactada en sus convenios colectivos o de empresa.
Pero en las últimas cuatro décadas donde no ha funcionado este marco de diálogo es en los sectores más desprotegidos y vulnerables para el trabajador, precisamente a los que va dirigida esta norma: la hostelería, el campo, el comercio…
En Andalucía es particularmente importante, porque esos sectores sostienen su economía.
Los camareros, las kellys, los aceituneros hacen jornadas maratonianas y también representan una montaña de votos, como los pensionistas.
Será interesante comprobar cuánto influye la conciencia de clase en los partidos políticos y si la explotación laboral en los bares y en el campo movilizan tanto voto de castigo como los pensionistas.
Bastará con ver cuánto tardan en venir a Andalucía los líderes de los partidos que rechacen reducir la jornada laboral. Feijóo tardó cinco días en visitar una residencia de mayores en Córdoba después de que el Congreso tumbase la revalorización de las pensiones con los votos de PP, Vox y Junts.