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Opinión

La opinión de Marcos Martínez

Una de Cal y otra de Vizcaína

Morón de la Frontera

Me desperté sobre las cuatro de la mañana. Estuve un buen rato dando vueltas en la cama intentando conciliar el sueño de nuevo. Pero nada, me pregunté si en ese momento habría muchas personas en la misma circunstancia que yo.

Marcos Martínez 23.01.25

03:08

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¿Qué estarían pensando? ¿Intentarían dormir de nuevo o por el contrario sus mentes ya estaban ordenando todas las tareas que tendrían por delante durante el día que comenzaba? ¿Y Dios? ¿En qué se las estaría buscando? Me imaginé al Altísimo sentado sobre los anillos de Saturno o sobre los de algún planeta de la lejana constelación de Cassiopeia.

Quizá estaba observándonos, dilucidando qué hacer con nosotros, con su creación. Es muy posible que sobre la mano diestra tuviera un peñasco del tamaño de Madagascar, mientras el dedo índice de la siniestra señalaba dónde quería que el meteorito nos hiciera impacto y hacernos un colorín colorado.

Lo voy a lanzar contra China, que son los rojos, o mejor sobre el Atlántico, para que el agua lo inunde todo, como una segunda edición modernizada del diluvio.

¿Qué veo allí? Ah, el narcogobierno bolivariano de Pedro Sánchez. Pues para allá que va. Supongo que en el último segundo antes de darnos matarile, la divinidad vería que también hay justos en Sodoma, que para eso somos la tierra del sagrado corazón.

A mí también me pasa, que no son pocas las veces en las que maldigo la condición humana, y entonces surge una noticia en la que una servidora respira hondo y pienso que quizá merezcamos una oportunidad. He leído en estos días que la alta actividad de trasplantes en 2024 ha sido posible gracias a las 2.562 personas que donaron sus órganos tras fallecer.

Esto supone una tasa elevadísima de personas, una cifra récord en España y jamás descrita en ningún país del mundo. Son estas cosas las que hacen que se me ablande el corazón. Pienso que esas personas, que pierden a un ser querido y hacen semejante muestra de altruismo y solidaridad en tan trágicos momentos, merecen la mayor de las oportunidades.

Regalar vida a otros cuando sufres la pérdida de alguien cercano es la mayor muestra de que, aunque a veces el ser humano es capaz de lo peor, en otras ocasiones la esperanza para la humanidad se mantiene viva, viva como los trasplantes

 
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