Una de cal y otra de Vizcaína.

Morón de la Frontera.

Lo primero que pensé cuando me desperté en mitad de la noche era lo confortable y acogedora que era mi cama. Ahora que el frío se deja notar, es para sentirse afortunado disponer de una habitación cálida y un edredón que nos mantenga el calor mientras intentamos dormir o lo que sea. No entienda el avispado escuchante que cuando digo lo que sea, es lo que sea. Como al gobierno y la oposición les ha dado ahora por hablar sobre el problema de la vivienda supongo que por eso me desperté disfrutando de mi privilegiada situación con respecto al asunto. A nuestra mente le pasa como a los móviles, que lo que escuchan lo repiten y después se pone uno a cavilar. Lo que es indudable es que la situación actual de la vivienda no hay por dónde cogerla. Nada más hay que ver cómo a los jóvenes les alquilan auténticos zulos a precio de mansiones y nadie, absolutamente nadie, coge a estos sinvergüenzas especuladores y los sancionan como merecen. Supongo que todo este tema dará el pistoletazo de salida a una nueva edición de pelotazos en la construcción. Aunque soy de los que piensan que realmente nunca han faltado estos pelotazos, lo único que ha ocurrido es que está a un ritmo más bajo. Echémonos a temblar cuando se empiece a hablar de liberalizar terrenos. Eso sí, a algunos se les pondrá en los ojos el signo del euro al saber que se van a forrar. Por supuestísimo a costa de los de siempre. Y si sale mal, no se preocupe, el agujero lo pagamos entre todos, como es habitual en este santo país. Lo que no entiendo es cómo venderán las nuevas construcciones, por mucha oferta de viviendas que haya si el sueldo de la mayoría de los jóvenes lo da para pipa y sin ni siquiera estabilidad laboral, ya me dirán cómo van a pagar la hipoteca. Pero no pensemos más y creamos que facilitarán la compra para que después sea la banca la que vuelva a ganar con los impagos, o que las viviendas queden a disposición de los especuladores, como siempre ha pasado, pasa y pasará. En fin, mantengamos la esperanza en que se imponga el derecho constitucional a la vivienda frente a la avaricia infinita de los florentinos Pérez y sus compañías.