A menos de dos años de las urnas

Sevilla

¿Quién se acuerda de cuando hace ya más de diez años Juan Manuel Moreno llegaba al liderazgo del PP? Aún lo veo caminando más bien solo por el Parlamento, explicando a los periodistas que si Arenas había sido cuatro veces candidato, él también tenía derecho a perder. Nadie, ni él mismo, imaginaba que llegaría a San Telmo. Luego la realidad escribió su sentencia.

Susana Díaz se sintió tan libre de rivales en el PP que buscó uno en su partido. Y resultó ser el rival equivocado. Un error fatal. El contexto hizo lo demás: el PSOE llevaba 37 años, la sanidad flaqueaba y el 'procés' derechizó el voto.

Así que casi sin saber cómo, con solo 26 escaños, lejos de los 50 de Javier Arenas, el PP se hizo con el poder gracias a Ciudadanos –que en paz descanse– y a la extrema derecha, con la que no vaciló en asociarse.

Moreno Bonilla se convirtió así en Juanma y pasó a ceñirse a un guión que no le ha fallado: maneras templadas, confrontación con el Gobierno, mucho blanquiverde y muchísima propaganda. Con esa fórmula se tragó a Cs, desactivó a Vox y deprimió a la izquierda. Hoy no hay encuesta que le tosa.

Muchos culpan a la oposición. Que no hace su trabajo, se suele decir. Pero no olvidemos que los gobiernos caen más por el contexto general y por los errores propios que por los aciertos de sus rivales. ¿O acaso hizo algún mérito especial Moreno en su tarea de opositor?

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La oposición está obligada a hacer lo suyo: desmontar con datos el supuesto milagro económico, denunciar el deterioro de la sanidad; acudir a los tribunales, como ha hecho el PSOE, si hay sospechas de corrupción; y minimizar divisiones y pugnas internas. Y acertar con los líderes.

Pero sin algún acontecimiento que cambie el contexto político y sin que Moreno cometa algún error de bulto, a menos de dos años para las urnas el PP lo sigue teniendo de cara.