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Lola Fernández da la bienvenida al otoño

«Y volverán a caer, al leve movimiento del viento, las hojas áureas y las rojas y quedaran desnudas las ramas, como desnudos venimos y nos vamos de este mundo injusto, pero bello»

La opinión de Lola Fernández

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Comentario Lola Fernández

03:06

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Morón de la Frontera

¡Que viene el otooñoo!

Una persona de mi familia, cuando era pequeño y venía a verlo su tío, lo asustaba de esa manera, por lo que podrán imaginar el grado de miedo que fue acumulando durante muchos años hasta que abandono ese limbo infantil, donde todos nos creemos lo que nos dicen los mayores con absoluta sinceridad.

Que el otoño ya está aquí es palpable, porque en el calendario está integrado, 22 de septiembre y aunque llegaran días tórridos de puro verano, lo oficial es lo oficial, como el veranillo de San Miguel y sus cambios temporales.

Está claro que ya los días no serán ruidosos de plenitud vacacional, volverán las prisas de la cotidianidad y nuestros días serán melodías desordenadas y SÍ, nos asustaremos de este otoño que viene, como del invierno que llegará porque, seguiremos sumando días al viento que nos empuja y al sol que ocultará su brillo por las nubes que deben descargar la lluvia deseada.

Porque nos equivocamos al pensar que las cosas buenas duran una eternidad cuando la mayor parte del tiempo resultan efímeras, como el verano o como cualquier momento impreso en la memoria, que si no lo recuerdas se evapora.

Como cuando abres una buena botella de vino que sufre más los efectos de la evaporación que una mediocre; de repente nos damos cuenta de que el líquido se ha disipado, ¿Cómo es posible? ¿Quién se lo bebió?

Culparemos a los ángeles, sí, porque a ellos siempre les gusta lo mejor de lo mejor y no es que lo diga yo a esa conclusión llegó en el siglo XVIII, el párroco de un pequeño pueblo francés llamado Ségonzac.

Que quiso ofrecerle un barril de coñac al obispo de Angulema y cuando ordenó que lo abrieran comprobó que faltaba una porción del preciado brebaje. Ante tal misterio prefirió pensar que los ángeles habían acudido antes a llevarse su parte, y de esa forma quedó bautizada la proporción de bebida alcohólica que se evapora en los toneles.

Así que, si la vida se evapora sutilmente, hagamos como los ángeles y nos la bebamos antes de que se vaya.

Endulzaremos los sabores y olores, fijaremos la luz que habita en nuestra memoria y pintaremos, como lo hace mi amigo Antonio, los bodegones de nuestra vida con los colores que solo septiembre y el otoño lleva, elevando al tono cobrizo esta estación perecedera.

¡Que viene otoooooñoo!

Y volverán a caer, al leve movimiento del viento, las hojas áureas y las rojas y quedaran desnudas las ramas, como desnudos venimos y nos vamos de este mundo injusto, pero bello y como jarra de agua fría, volveremos a ponernos el traje gris de las ultimas noticias que nos dejan cada vez más desolados y aislados, cabizbajos y aborrajados, sin dejarnos madurar al ritmo de lo necesario.

¡Que viene el otoñoo!

Y el crepúsculo vestirá de dorados nuestros campos porque el otoño no siempre es caprichoso y tejera de prisas la llegada de las noches.

 
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