La columna de Lola Fernández para las vacaciones de verano

Morón de la Frontera

Se avecina el tiempo lento del verano, bajaremos el ruido de los días o más bien cambiaremos el ritmo para que la pasión y la pausa lo invadan todo.

Nuestro fin de temporada se aproxima, cargaremos las pilas de energía y pausaremos los malos rollos, dejaremos a un lado la negatividad de lo vivido y cambiaremos la palabra y el mensaje, la que nos arrastra hasta lugares escondidos del pensamiento, porque de qué sirve establecer distancias entre nosotros si el tiempo y la vida se encargan ya de fastidiarnos los días, pero a pesar de todo cuando nos caigamos y nos atrapen los miedos, nos levantaremos para ir detrás de todo lo que nos haga sonreír.

Por eso hay que ser valiente en lo que se hace y en lo que se dice, en el discurso vehemente, a veces es mejor meditar la fuerza y el poder porque no hay nada más poderoso en nosotros que la palabra. Con la palabra se convence, se llegan a acuerdos, se detienen los problemas, se explica lo que parece inexplicable.

Porque no podemos negarnos la palabra y la verdad, porque si nos negamos la palabra y la verdad, nos negamos la convivencia y la honestidad.

Es nuestra sensibilidad, la que nos hace que hablemos de lo que nos preocupa o lo que nos interesa y es la que queremos hacer llegar a todos.

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Durante todos estos meses es lo que he reflejado en mis comentarios, al menos lo he intentado, un momento determinado, una puesta de sol diferente, un amanecer prometedor, una sonrisa satisfactoria, unas cuantas tiritas en el corazón, un pensamiento compartido o una idea diferente y todo ello con mucho corazón y con una mirada muy limpia.

Porque la vida es una ruleta, un juego con una sola regla: seguir.

Y en ese reprís que es la vida vamos a ir cambiando la marcha, porque el cuerpo necesita un standby, una marcha menos vamos, aletargarnos en una de esas siestas veraniegas que solo se pueden hacer cuando el verano se despereza sobre la tarde.

Es la mejor receta del tiempo detenido, nos vamos por unos días, volveremos si Dios lo quiere en septiembre, como una alumna más de este colegio llamado radio, donde aprendo a canalizar las sensaciones y los sentimientos.

Nunca dejen de ser felices, pausen el ritmo de los días, saboreen las recetas de este caluroso letargo, buceen en el mar de los afectos, coloreen sus mañanas, mírense en espejos de luz, guarden sus días con los mimos de las noches, quiéranse y quieran porque el amor es el remedio más cercano para cualquier dolor.

Y sobre todo sean únicos, disfruten de la vida y si quieren les dejo mi abrazo fuerte porque es el que se llena de ganas de volver para conectar con ustedes.