Palestina, la Guernika del siglo XXI

Jerez de la Frontera

Confieso que me encuentro entre quienes decidimos hace tiempo reducir al mínimo el consumo de telediarios. Esta actitud de inhibición informativa no deja de ser un efecto colateral de las cruentas imágenes de las guerras en curso, en Ucrania y en Gaza, sobre todo la de Gaza, donde las víctimas palestinas sobrepasan ya las 31.000, 13.000 de ellas niños. La impunidad con la que han ido creciendo las cifras es paralela a la inmunidad con la que se han perpetrado. Y todo ante la mirada- espantada, pero impasible- de eso que hemos dado en llamar comunidad internacional. Sin embargo, evitar la tele no impide que te llegue al Wasap, como me ocurrió a mí ayer mismo, un video que abro sin pensar. Es de un pequeño de apenas cuatro años con una pierna amputada, rudimentariamente vendada en medio de lo que se supone había sido un hospital. De repente, su llanto desconsolado tiene el efecto de una bomba que te saca de la protectora inhibición para recordarte que ignorar la realidad no sirve como analgésico cuanto la realidad duele. Y lo de Gaza duele, duele mucho. En busca de algún paliativo encuentro en los diarios digitales (que no en los TD) la noticia de la entrega de 200 toneladas de ayuda humanitaria a Gaza. Lo ha hecho posible la acción conjunta de dos oenegés españolas- repito, españolas-, Open Arms y la WCK del cocinero José Andrés. Son recursos alimentarios con los que se podrá combatir la hambruna de medio millón de gazatíes. Un pellizco de emoción y de orgullo me devuelve la certeza de que estamos ante unos increíbles brotes verdes que nos conectan con el lado más noble de la condición humana en medio de tanto horror. Así también, la maravillosa acción colectiva de miles de donostiarras movilizados por entidades culturales para escenificar con sus propios cuerpos y sobre el suelo de Euskadi el genocidio en Palestina, la Guernika del siglo 21.