Cuando el pecado se vuelve contra el pecador...
La firma de Juan Infantes en Hoy por hoy Jerez
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Jerez de la Frontera
«Cuando el pecado se vuelve contra el pecador…»
En el ámbito político, la lucha contra la corrupción se presenta como un mantra sagrado. Los políticos se erigen en adalides de la integridad y la transparencia, prometiendo que con ello se erradicará la corrupción de raíz. Algunos incluso llegan al poder, alegando una ‘limpieza de sangre’ que el tiempo luego se ocupa de desmontar. Y ¿por qué persiste este fenómeno?
La corrupción es un cáncer que carcome las instituciones y socava la confianza de los ciudadanos. Desgraciadamente, y consustancial al ser humano, la corrupción es moneda corriente en la esfera política. Pero la paradoja se hace evidente cuando aquellos que se presentan como paladines de la transparencia terminan cayendo -de uno u otro modo- en la misma red de corrupción que ellos otrora condenaran. Resulta irónico que aquellos que prometieron -al llegar a su puesto- limpiar el sistema sean precisamente quienes, al final, caen en las redes de la corrupción.
La corrupción política no es solo un problema moral, sino también un obstáculo al progreso y desarrollo de la sociedad. Altera la eficiencia de las instituciones, distorsiona la toma de decisiones y perpetúa la desigualdad económica y social. Y todo ello, además, hace que los ciudadanos desconfíen del sistema democrático, alimentando el cinismo y la apatía política. Al final, todos son iguales, se escucha decir.
Y ¿cómo podemos romper este ciclo vicioso? La solución, creo yo, no está únicamente en leyes más severas o una vigilancia mayor de los actores públicos, si no es necesario un cambio cultural que promueva la rendición de cuentas, la transparencia y la ética en la vida pública. Aunque con el relativismo que nos invade…la ética está cada día más en desuso, no digamos ya la moral.
Los ciudadanos también desempeñamos un papel fundamental en este proceso. Es imprescindible que se exijan responsabilidades a sus representantes y participemos activamente en la vida política. La sociedad civil y los medios de comunicación tienen un papel crucial en la denuncia de la corrupción y en la promoción de la transparencia.
Necesitamos un compromiso colectivo para construir un sistema político más justo y transparente. Los políticos no pueden sacar pecho como adalides de la anticorrupción mientras ellos sigan siendo parte del problema. Solo cuando reconozcan sus propios errores y se comprometan sinceramente con la integridad y la ética, podrán liderar el cambio hacia un futuro más justo y equitativo para todos.
Mientras tanto, seguiremos encontrándonos con nuevos casos de corrupción cada cierto tiempo, y todo para que los unos se tiren los trastos a los otros. Al cabo del tiempo…todo olvidado y a otra cosa. Así nos va.