Carlos Ballesta: "La vocación, y no la nota, debe determinar la selección de los estudiantes de Medicina"

Granada

Es una metralleta de producir ideas, de concatenarlas, ordenadas y con sentido, sintácticamente perfectas, y ensambladas de recuerdos y de actualidad, de memoria y de ciencia. Comienza la entrevista hablando de su más valioso libro, que apareció una vez muerto su hermano, a quien acusó en vida permanentemente de haberlo perdido, y "eso me enseñó a no prejuzgar"; habla de su padre, y cuenta que él nació en Tejeda, en Canarias, porque allí fue exiliado su padre como castigo menor por sanar a un gerifalte de las tropas franquistas "cuando ya le habían dado el paseíllo en Baza porque lo iban a fusilar". Por ahí se salvó, recuerda.

Y detalla su frenética vida profesional, alrededor de la cirugía, curando y operando, y sintiéndose vivo porque es feliz cada vez que está cerca de un enfermo. Ahí se adentra en la vocación, en la necesidad de que sea "la vocación y no la nota" el elemento que "debe determinar la selección de los estudiantes de Medicina". También habla del proceso, de cómo entra en un espacio de ingravidez cuando se asoma a las tripas sobre la camilla del quirófano, donde desaparecen tiempo y espacio; y añade la importancia de ser médico siempre, sin horas, sin entrada ni salida, y cuenta que "todos mis pacientes tienen mi teléfono y me llaman a la hora que sea", y él es feliz sintiendo que cura y que hace felices a otros seres humanos.

Durante la entrevista, Carlos Ballesta expresa su amor por el arte, por los viajes y por escribir. Y sigue mirando al futuro: impulsa en Granada un centro de vanguardia quirúrgica.