Manos andaluzas en 'La sociedad de la nieve'

Cádiz

Hay un momento en el que los supervivientes del accidente avión de la película 'La sociedad de la nieve' encuentran un transistor. Una radio de los años 70 que el empeño de los protagonistas consigue volver a hacer funcionar. Es así como descubren, para su desgracia, que nadie les busca. Que si quieren salir de esa montaña en Los Andes tendrán que hacerlo por sí mismos. Esa radio que se lleva un primer plano del metraje es una reconstrucción, un objeto nacido del cuidadoso departamento de atrezzo de esta tremenda producción de Netflix y rematada por el trabajo de los prop makers Iván Bejarano, de Sevilla, y José Ossorio, de San Fernando. Su trabajo ha sido fundamental para que la historia sea tan similar a la realidad.

Los prop makers son fabricantes, artesanos, creadores de objetos, solucionadores de problemas. Iván Bejarano ya había trabajado con J.A. Bayona en Un monstruo viene a verme, donde conoció a otro isleño, especialista en animatrónica, Javier Coronilla. Aquella conexión propició que supiera del trabajo de Ossorio, con el que Coronilla había trabajado en la serie 30 monedas. Así que cuando a Bejarano lo llamaron para el reto de realizar los objetos que aparecen en La sociedad de la nieve, se acordó de Ossorio. Y ambos han trabajado juntos durante siete meses.

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Su apasionante labor en la película daría para casi otra película tal es el grado de detalle que se exigía en esta producción. "La radio se encontró en un bazar gracias a los compradores de arte. Pero tenía un símbolo muy concreto. Había que replicar tres radios, así que tuvimos que recrear esa estrella en dorado, con esmalte rojo y blanco". En la película la radio aparece en primer plano, con lo que se aprecia el grado de detalle reclamado. Aunque no siempre ocurre así. Muchas de las cosas que hicieron, de la forma más realista posible, aparecen en planos generales, apenas visibles, aunque ellos han mimado su labor al milímetro.

Han utilizado impresoras de 3D en resina para algunas piezas, pero algunos trabajos han sido absolutamente artesanales, como los sacos de dormir que los verdaderos protagonistas crearon con material del avión. Bejarano los hizo como ellos, con hilo de cobre. "Yo los pude hacer con herramientas y en condiciones de temperatura normales. Ellos, en cambio, tenían que usar los dedos, que estaban helados por la nieve". De esta manera, los dos han comprendido la dimensión de la lucha por la supervivencia que se vivió en aquella montaña.

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Su trabajo se desarrolló en una nave en la comunidad de Madrid y en Sierra Nevada. Reprodujeron las maletas, las gafas de sol autofabricadas, los botones de la cabina... La finalidad es que todo se pareciera lo máximo posible a lo que había ocurrido en realidad.

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Bejarano, que ha vivido en Londres y ha trabajado en producciones internacionales, recibe encargos desde Sevilla. Ossorio vive en la bahía de Cádiz. "Para nosotros ha sido un orgullazo. Pero esto no tiene que ver el sitio de donde seamos, sino con personas que se lo curran, que se tiran al monte para intentar hacerlo de puta madre, que se mueven y van contando con nosotros. Yo he dado muchas vueltas. He trabajado en muchos sitios, como en Londres. Pero yo quería volver a casa". De Montequinto es Bejarano. De San Fernando, Ossorio. Dos andaluces que forman parte de una de las películas del año, que está en todas la quinielas para los grandes premios de la industria.