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El Pago de Corchuelo

"El Paseíto" con Agustín García Lázaro

El paseíto con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo

El paseíto con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo

13:40

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Jerez de la Frontera

Nuestro paseo discurre por la antigua Hijuela del Corchuelo, que arranca en la carretera del Calvario y cruza entre los antiguos pagos de viña de Las Salinillas (a la izquierda) y Ruy Díaz y Corchuelo (a la derecha). Entre viñedos y tierras de labor, el camino continúa al encuentro con la Hijuela de Rompeserones.

En su primer tramo, deja a la izquierda los llanos de Las Salinillas, a los pies del cerro de El Corchuelo, en cuyas laderas se ubicaron en tiempos pasados renombradas viñas como Simó, La Pavera, La Recovera o Vista Hermosa, algunas de las cuales aún permanecen y a la que se han incorporado otras como La Cotorra. En este lugar, antaño tan transitado, confluyen también las cañadas del Moro, de La Loba o de Guadajabaque, la carretera del Barroso o del Calvario y la Hijuela del Corchuelo, por la que paseamos.

El pago de Corchuelo se sitúa en el N.O, de la ciudad, lindando con los de Rui Diaz, Obregón y Cantarranas y la Hijuela de Añina, siendo su rasgo más peculiar el tipo de suelo de estos parajes, donde las albarizas alternan con capas de margas ricas en yesos. Localmente se conocen como “Tocina”, por ser característicos del pago de ese nombre, situado junto al Amarguillo así como en otros lugares como Majada Alta, Puerto Escondido o Zarzuela. Tradicionalmente se denominaban “lustrillos”, y presentan una menor proporción caliza (entre 30-50%) que las albarizas más puras con presencia de yeso y suelo pétreo y pedregoso. En la subida hacia Vistahermosa, el paseante podrá ver a la izquierda los cortes de una antigua cantera, junto a La Cotorra, donde se aprecia esta naturaleza más rocosa del suelo que, a veces, presenta un color pardo rojizo debido a la presencia superficial de hierro. Estos componente minerales proporcionan también al vino de estos pagos especiales características.

El historiador Parada y Barreto recordaba que en sus orígenes este pago tenía 300 aranzadas y sugería que “el nombre de Corchuelo puede acaso referirse a la clase de árboles, alcornoques, que antiguamente poblara el pago”, cosa muy probable debido a que la naturaleza más silícea de estos parajes facilitaría el crecimiento aquí de estos árboles.

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

EL ARROYO DE LA LOBA Y EL GUADAJABAQUE

Apenas a 300 m desde que iniciamos nuestro paseo, un pequeño puente cruza el arroyo de la Loba, que desde este punto se conoce también con el nombre de Guadajabaque. Por estos parajes discurren varios cursos menores que, sin embargo, pueden llegar a inundar, en época de lluvias, estas zonas bajas por donde cruza la carretera del Calvario ya que drenan el rincón noroeste de la campiña jerezana: la tierra del viñedo. El principal de ellos, el del Amarguillo, viene de las laderas de poniente del pago de Macharnudo y ya delata en su nombre el carácter salobre de sus aguas. El Arroyo del Zorro, que se une a él en un paraje cercano al comienzo de nuestro camino, arranca en las faldas de los cerros del Carrascal y Capirete, y forma también pequeños lagunazos y aguazales a los pies del Cerro de Santiago.

Desde Las Salinillas, donde en invierno se remansan las aguas formando una laguna de escasa profundidad, el curso resultante toma ya el nombre de Arroyo de La Loba o el de Guadajabaque que atraviesa la Ronda Oeste bajo un paso construido años atrás. Aguas abajo ha sido desviado por el perímetro del centro comercial Luz Shopping y Área Sur. Tras cruzar la carretera de Sanlúcar se canalizó hasta la Laguna de Torrox por cuyo aliviadero se conducen sus aguas al Guadalete.

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

LAS SALINILLAS

Cuando hemos recorrido 400 m, a la izquierda de nuestro camino queda el paraje de Las Salinillas, que pertenecieron al cortijo de Santo Domingo, un humedal salino que se inunda temporalmente. En épocas lluviosas, la lámina de agua llega a superar las 3 hectáreas. En verano su superficie se seca, mostrándonos en muchos de sus rincones los depósitos de sal que evidencian la naturaleza salobre de sus aguas, procedentes. de pequeños manantiales artesianos que brotan en el vaso de la laguna delatados por el reguero de sal que dejan sus aguas. No debemos acercarnos a ellos ya que la costra de sal que los rodea, aparentemente sólida en su superficie, oculta un subsuelo fangoso en el que pueden hundirse nuestros zapatos. En la parte exterior de los dos principales manantiales se forma círculo de color negruzco, debido al reflejo de los fangos del interior. En la superficie de estos pozos naturales se observan burbujas procedentes de los niveles más profundos. Renombrados geólogos como José Macpherson o Lucas Mallada estudiaron en otros puntos de la provincia este tipo de manantiales informando de emanaciones de burbujas de “hidrógeno carburado” en los fangos salinos de estos parajes.

En los alrededores de Las Salinillas no faltan las especies propias de estas lagunillas salobres, como salicornias. En las laderas del arroyo crecen también tarajes, carrizos, juncos… Entre el lecho arenoso de la laguna es fácil encontrar restos de moluscos marinos que abundan también entre los materiales del Plioceno que rodean a Jerez. Se encuentran aquí fragmentos de conchas de los géneros Pecten, Cardium, Anomia y, sobre todo, Ostrea: las conocidas ostras y ostiones. Al tratarse de una propiedad privada, es preciso solicitar permiso para visitar el paraje que, en todo caso, podremos observar desde el camino.

En las laderas que rodean la laguna se han hallado restos de cerámica romana. Así mismo hay constancia de que desde las últimas décadas del XIX hasta mediados del XX se extrajo aquí sal, a pequeña escala y para consumo local, existiendo una pequeña construcción conocida como “casa del salinero”. Hasta tres toneladas se extrajeron en la campaña de 1896, según la Estadística Minera de España. Como dato curioso apuntamos que, tras la pista de las pequeñas emanaciones de gases que, observadas en los manantiales, se practicaron también sondeos en 1908 por una empresa minera belga. que no llegaron a prosperar.

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez

El Paseíto, con Agustín García Lázaro. Pago de Corchuelo, Jerez / Agustín García Lázaro

VISTA HERMOSA

Tras dejar atrás las salinillas, el camino inicia un ligero ascenso y, cuando hemos recorrido ya 2,5 km llegamos a la entrada de la hacienda Vistahermosa, cuyo camino de acceso, escoltado de cipreses, nos lleva hasta sus instalaciones. El complejo bodequero, obra del arquitecto José Alberto Muñoz Vega (2011), restauró la casa de viña tradicional, datada en 1844 e incorporó nuevas dependencias con “líneas vanguardistas y depuradas”, que la convierten en una bodega del siglo XXI "que se mimetiza con el entorno". La zona de vinificación y crianza es subterránea, excavada en la roca, circunstancia que le permite mantener constante la temperatura durante todo el año. Es aquí donde se crían, entre otros los más conocidos de la casa como 'Samaruco', 'Garum' o 'Petit verdot'

En las laderas de la viña se plantaron cepas de hasta veinte variedades (cabernet sauvignon, petit verdot, tempranillo, syrah, merlot, tintilla de Rota…) dispuestas en terrazas, formando un auténtico jardín de vides a los pies de la bodega. Las amplias cristaleras del edificio de celebraciones, ubicado en el punto más alto del pago de la finca, se abren a la todos los rincones de la campiña ofreciendo un soberbio panorama.

No es casualidad que la antigua hacienda tuviese el nombre de Vistahermosa, porque desde aquí se contemplan unas inigualables vistas gracias a que el cerro de El Corchuelo (115 m), sobresale entre los circundantes: el de Santiago (96 m, con las viñas de Cerro Nuevo y Cero Viejo), Cerro Obregón (90 m), Montealto (95 m) o el Cerro del Asno (59 m). A lo lejos se divisa la cuesta de Matajaca, y la lomas que separan la campiña de la Bahía, así como la más cercana sierra de San Cristóbal, las Mesas de Bolaños o el cero donde se asienta Medina Sidonia. En el horizonte se dibujan los perfiles de las sierras de Grazalema y del Aljibe y, más cerca de nosotros, la ciudad de Jerez que nos muestra su casería extendido de norte a sur y de la que apenas nos separan algo más de 3 km en línea recta.

 
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