De Albadalejo hasta Estella del Marqués
"El Paseíto" con Agustín García Lázaro
Jerez de la Frontera
Esta semana un recorrido cómodo, horizontal en buena parte de su recorrido. La primera parte transcurre por vías urbanas y el resto por el carril peatonal entre el Cementerio y Estella.
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El conocido como Camino de Albadalejo fue una antigua vía que ya en los siglos medievales comunicaba la ciudad con la aldea de Albadalejo, situada junto al arroyo Salado o Badalejo. Su nombre, de origen andalusí, apunta a la existencia de un antiguo “camino empedrado. Este lugar fue un estratégico cruce de caminos donde confluían la Cañada Real de Lomopardo, procedente del Puente de Cartuja, la Cañada real de Cuartillos o de la Sierra, la Cañada de Garciagos o de Bornos (que sigue hacia el Circuito y la Torre de Melgarejo) y la Cañada Ancha, que partía desde este lugar hacia las Mesas de Asta.
En la parte final del tramo urbano de nuestro paseo, el Camino de Albadalejo deja a la izquierda la urbanización El Pinar, que ocupa buena parte de los terrenos de una antigua hacienda y pago de viñas del mismo nombre.
Apenas cruzamos la Ronda Este, nos llama la atención las cúpulas de la capilla del Cementerio Municipal, obra del arquitecto Fernando de La Cuadra e Irizar
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Su fachada, de ladrillo visto y cerámica, da paso a la capilla -con planta de cruz griega-, que se sitúa en el centro, en la que llama la atención su cúpula sobre un tambor “rodeado por ocho bellos ángeles dolientes en actitud orante, obra del escultor Juan Luis Vasallo Parodi, de un cubismo retardado siguiendo la estética utilizada por Juan de Ávalos en el Valle de los Caídos”. Muchos oyentes recordarán que se le denominaba también como “el km 4” por estar ubicado en ese punto kilométrico de la carretera de Cortes, al que ya hoy ha llegado la expansión de la ciudad.
Frente al cementerio, el camino deja a la derecha la entrada de la finca de La Catalana. En estas tierras se hallaron vestigios de una villa romana del siglo I d.C. y un alfar. Numerosos restos cerámicos pertenecientes a este enclave salieron a la luz junto al arroyo de la Canaleja al construirse la Ronda Este a finales del s. XX. Como apunta el profesor E. Martín Gutiérrez, La Catalana debe su nombre al apelativo con el que era conocida Isabel Martínez, la mujer de Juan Fernández Catalán, quien en los años treinta del siglo XV, eran la propietaria de esta dehesa atravesada por los arroyos de La canaleja y el Salado.
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En la rotonda, justo antes de cruzar la autopista, podemos desviarnos para acercarnos a ver la Fuente de Albadalejo. Para ello tomaremos la carretera conocida como “del 4 al 4”, que une la carretera de cortes, en su km 54, con la de arcos, en su km 4. Aquí, rodeada de algunas construcciones, veremos la bóveda semiesférica de la antigua fuente de Albadalejo que sigue manando todavía.
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Algo más delante de la rotonda, el paseante cruzará la autopista por un paso elevado para llegar a Estella y luego, por un puentecillo, atravesará el arroyo Salado o Badalejo poco antes de llegar a Estella. Conviene recordar que, por este mismo lugar, cuando el Salado se dividía en dos brazos, dos alcantarillas permitían su paso para, habiendo constancia de los mismos desde los siglos medievales. Y es que, ante las dificultades de transitar por los Llanos de Caulina, los caminos que se dirigían a la Sierra lo hacían por estos puentes de Albadalejo. Por aquí pasaban el Camino de Arcos y Bornos, y los que iban al Mimbral, Tempul y Cortes. Como vemos, un paraje, este de Albadalejo, con mucha historia detrás.
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