Democracia militante

Córdoba

Escribo esta firma mientras estamos a las puertas de otra cita con las urnas. Nos toca decidir en democracia.

El domingo volveremos a votar. Y lo haremos en un momento de crispación, desafección e incertidumbre. Las crisis, es mi sensación, son ahora más aceleradas. Tan globales como siempre, pero más narradas que nunca.

Las redes se llenan de odio y de trincheras en reducidos caracteres. Los medios replicamos lo que nos dice el termostato de ese entorno artificial que se vuelve real cuando logra calar a toda la población. Y, precisamente, somos necesarios para el control político y para mostrar qué pasa. Dicen que es la era de la posverdad, de la construcción de relatos frente a los hechos que nos impide ver qué ocurre realmente en nuestras vidas.

Votar siempre debería de ser una hoja de ruta. Una puerta a la esperanza de mejorar. Una reflexión sobre la sociedad que queremos. Ver lo que nos fortalece y lo que falla.

Y sin equidistancias. Hay distintos modelos de ver el mundo. Cada uno de nosotros apuesta por su vía.

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Votar desde el odio nunca trajo nada bueno. El voto ejercido para expulsar a otros del sistema siempre nos llevó al abismo.

Respeto que los candidatos y candidatas apelen a mis emociones, pero no a mis vísceras. Y, por supuesto, no me convencerán con mensajes simplificados que me quieran hacer ver que el blanco es negro.

El domingo, mi voto valdrá lo mismo que el tuyo. Todos decidimos para pensar en el bien de todos.

El domingo debería ser un día de empatía y convicciones. No de bilis.

Como cuando la ira entra en un hogar, la ira puede entrar en un país. Y cuando pasa, nunca sabemos cómo va a terminar.

Vota, no te quedes en casa. Aunque ninguna de las opciones te convenza del todo. Exprésate para que cambien. Que noten que somos una sociedad inteligente y que la vida no es un tuit. Ni la política un video viral. Somos quienes decidimos, aunque el sistema sea mejorable. Hoy hay que ser militante de la democracia.